Morín Castro Osorio
Ingeniería Estadística
La
evolución del ser humano como ente pensante ha puesto de manifiesto el
desarrollo de capacidades impensadas siglos atrás. Éstas se han ido logrando,
en gran medida por el desarrollo de la tecnología.
Según
la Plataforma Estatal de Asociaciones del Profesorado de Tecnología (PEAPT), el
término Tecnología se define como el conjunto de conocimientos y técnicas que,
aplicados de la forma lógica y ordenada, permiten al ser humano modificar su
entorno material o virtual para satisfacer
sus necesidades, esto es, un proceso combinado de pensamiento y acción con
la finalidad de crear soluciones útiles.
La historia cuenta que los primeros
asentamientos de tecnología fueron en la agricultura, luego vino la invención
de la rueda, y marcando una era, fue el desarrollo de la industria metalúrgica.
Posteriormente, la tecnología tuvo su auge en la Revolución Industrial entre la
segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX en el Reino Unido en primer
lugar, y en el resto de Europa después. Ya transcurrido el siglo antes
mencionado, hubo avances tecnológicos en construcciones, transportes y
comunicaciones. Para el siglo XX nos introducimos a la etapa de la
automatización, en éste la tecnología tuvo avances rápidamente, desembocando en
la inteligencia artificial y la era de la información.
Ahora, nos centraremos en el que a mi parecer
es el más preocupante, la tecnología en
el siglo XXI, a ella me referiré en cuanto al avance de celulares, computadores,
televisores, y todo aquello que nos posibilita más interacciones virtuales, y
menos relaciones interpersonales.
“El siglo XVII fue de las matemáticas, el siglo XVIII el de las
ciencias físicas, el siglo XIX el de la biología y nuestro siglo XX es el siglo
del miedo”.
(Albert Camus, Neither victims nor executioners,1946)
Albert Camus, Premio
Nobel de Literatura, plantea aquello en su obra traducida al español como “Ni víctimas, ni verdugos”. Él, en la
década del 40 ya tenía la inquietud, sobre cuán dependientes estábamos de la
tecnología, ya que los caprichos del hombre eran cada vez más grandes.
Y así es hoy, la tecnología no discrimina, edad,
lugar, ni sexo. En pleno 2019, niños de 4 años juegan con celulares, tienen el
hábito de ver videos mientras se alimentan, y muchas veces los papás, ocupan
estos aparatos como vía de entretención para que el menor no entorpezca los
quehaceres de los adultos. ¿El lugar?, no importa, puedes ir en el transporte
público, estar en el aula, en medio de una reunión de trabajo, hasta
compartiendo una cena familiar, y no parecerá extraño ver a más de una persona
con su móvil en la mano, o queriendo encender el televisor. Si eres hombre o
mujer tampoco influye, la tecnología se ha encargado de satisfacer al
consumidor hasta al más mínimo detalle, existen aplicaciones específicas para
gustos femeninos, y así mismo para el sexo masculino. Todo está calculado a tal
punto que ni lo notamos, pero no podemos estar más de una hora sin algún
aparato electrónico, inclusive hay personas que duermen con su celular al lado,
pudiendo llegar hasta a una “nomofobia”, que es el miedo irracional a salir de
casa sin el teléfono móvil.
Hay ciertos hábitos respecto a la
“tecno-dependencia”, que los adultos tal vez podemos cambiar sin mayor esfuerzo,
pero ¿qué hay de las nuevas generaciones?, aquellas que nacieron con el celular
bajo el brazo, esos jóvenes que antes de ir al colegio ya tenían un computador
en su pieza, esos niños que no necesitan ni adaptación ni aprendizaje si
hablamos de tecnología, en ellos debemos enfocar nuestra atención, mostrarles
que hay un mundo más allá de la web, que los juegos no sólo están en el celular
o computador, sino que en las plazas y áreas verdes, que para tener amigos no
necesitas agregar gente a Facebook, sino que conversando en el colegio o
universidad también los tienes, y lo más importante, que no necesitas compartir
publicaciones, sino que compartir con tu familia y seres queridos.
No podemos olvidar que el ejemplo que les
damos es lo primordial, los adultos no están exentos de estas secuelas, no en vano
en algunos restaurantes del mundo se emplea el “Anti-phubing”, phubbing es la acción de ignorar a la persona que
se tiene por delante por atender al móvil, así estos lugares buscan combatir
esta mala educación, ofreciendo el postre gratis si no tomas tu celular durante
la comida, o de manera más directa te sugieren dejar tu móvil en un canasto al
momento de ingresar al restaurante. Lo ideal hubiese sido jamás llegar a la
instancia donde un desconocido te pide que le prestes atención a tu
acompañante, pero ya que es algo latente e inevitable, lo que podemos hacer, es
tomar conciencia y poner en práctica estas acciones.
Enfrentarnos
a esta realidad es chocante, sí, pero no es todo negativo, existe un lado
benéfico, y es la facilidad que nos brinda para realizar trámites, acortar
tiempos de espera, comunicarnos con personas que están lejos, entretenernos,
hacer más placentero un viaje en metro o micro. Saber que estamos a un click de
aprender e instruirnos sobre el tema que deseemos en el minuto, que sólo con
encender el televisor ya podremos informarnos del acontecimiento nacional e
internacional, que no necesitaremos esperar a comprar el diario para poder
leerlo, y hasta para poner en práctica nuestros conocimientos, como lo estoy
haciendo en estos momentos, escribiendo este ensayo desde un notebook, con la
comodidad que me brinda este aparato portátil.
Ya
expuestos los dos polos de la tecnología, el primero, es el que nos consume de
manera que ni lo notamos, dejando pasar momentos importantes de nuestra vida, y
el segundo, que es el que muchas veces nos saca de apuro, y nos facilita el día
a día. Sólo debemos entender, y llevar
a cabo lo que proponen algunos psicólogos, como lo fue Erich Fromm, destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo
humanista de origen judío alemán, quien plantea:
“Las máquinas y las
computadoras deberán volverse una parte funcional en un sistema social
orientado por la vida y no un cáncer que empieza por hacer estragos y acaba por
matar al sistema”
(Erich Fromm, La
Revolución de la Esperanza, 1970).
Concluyendo el tema, lo concebible es
plantearnos una premisa: La humanidad debe aprender a manejar la tecnología y
no permitir que ésta nos maneje a nosotros.
Fuentes:
Albert
Camus, Neither victims nor
executioners, Combat, the daily newspaper of the
French Resistance, 1946.
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