domingo, 6 de enero de 2019

Iconografía Bizantina, fundamento cristiano de la Encarnación.


Catalina Cariceo
Ingeniería Matemática 


La encarnación es uno de los principales fundamentos del cristianismo, ya que es el momento en que el Verbo Divino se hace hombre, encarnándose en el vientre de María mediante la gracia del Espíritu Santo. De esta manera, se asume la naturaleza humana de Dios como Jesús, el mesías.
La humanización de Dios Padre es uno de los principales fundamentos de la iconografía, es decir, “un conjunto de imágenes relacionadas con un personaje(Oxford Dictionaries). Estas representaciones llamadas íconos, son imágenes culturales que rinden culto a figuras religiosas importantes. Debido a esto, se les reconoce un carácter sagrado, por lo que las materialidades con las cuales se trabajaba tenían que ser elegidas con sumo cuidado.
En el periodo del Imperio Bizantino con León III al mando (año 730), se dio inicio la querella iconoclasta, al ser prohibida la representación de figuras divinas en pinturas debido a que eran consideradas una herejía. En relación con lo anterior, Schönborn (1999) afirma lo siguiente: ´´En las investigaciones más recientes se sostiene sin embargo la opinión de que la iglesia antigua no defendía en absoluto un cristianismo puramente espiritual, del todo -ajeno al arte-. Es verdad que la veneración de las imágenes en la Iglesia antigua aparece más bien en el ambiente de los círculos heréticos´´.
La creación artística religiosa es censurada en la iglesia Oriental. El retrato sería la imagen de Jesús y el crío serían todos los cristianos que veneraban el hecho de saber que Dios, había estado entre nosotros como un humano. Estas obras de arte con alto valor histórico y estético no solo fueron prohibidas, sino que, también destruidas por los iconoclastas, quienes consideraban esto un sacrilegio. Pero, esta carga hereje que se le atribuye a la iconografía, ¿Proviene directamente de la palabra de Dios? ¿O es una forma tergiversada del mensaje original de Cristo?
Los iconódulos defienden la idea de que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, por consiguiente, los seres humanos por naturaleza tienen la facultad de crear imágenes, es decir, privarle a la humanidad de sus dotes significaría estar negando un don divino que le ha sido otorgado al hombre.
Por otra parte, la iconografía está fundamentada con la encarnación, debido a que Jesús, es la imagen de Dios Padre, quien se ha hecho un ser sensitivo en el mundo de los hombres. Precisamente esta relación es la que se da entre un Santo (el prototipo) y su ícono (imagen representativa). De esta manera no se incurre en la idolatría, ya que el ídolo, no tiene prototipo.
Negando la validez de los íconos, se estaría rechazando la Encarnación, debido a que en la pintura no se busca representar la divinidad invisible, sino la carne palpable de Dios, es decir, no se representa la esencia misma sino la existencia concreta. Es por esto que los iconos tienen una determinada estética reconocible, en la cual el propósito no es representar la naturaleza como tal, sino establecer un encuentro entre la realidad recreada y la realidad del espectador-creyente mediante la apelación de los sentidos a través ciertas técnicas “como la sustitución de la anatomía por una fuerte geometrización del cuerpo humano ― la cual, como hemos apuntado, es atribuida a la expresión de la «santidad» por la denominada «teología del ícono»” (Aguirre, 2017).
Otras técnicas también fueron los principales fundamentos plásticos del ritmo de los íconos bizantinos tienen que ver con: El “Esquema Cruzado”, lo cual provoca que se capte un movimiento en la imagen. Karouzos (citado en Schönborn, 1999) fundamenta esta afirmación diciendo que “la figura inmóvil provocada (…) ha sido dispuesto de tal modo que da la sensación de que el movimiento se genera a cada momento ante nosotros y no que se detuvo en un punto casual.”
Además, se hacía uso de la perspectiva invertida, la cual “proyecta las formas hacia el espacio del espectador” (Aguirre, 2017), haciendo que quien este observando, sea partícipe de la obra artística. Busca crear la ilusión de que el individuo espectador, sienta que está compartiendo tiempo y espacio con los íconos, pudiendo ser esto una analogía con la Encarnación, es decir, poder revivir el momento en que los hombres coexistían en una misma realidad con Cristo.
Por último, en lugar de crear volúmenes en base a la contraposición de claros y oscuros, se hacía uso de la vibración de colores mediante el contraste de fríos y cálidos, esto tiene como motivo “una lógica puramente tonal en el empleo de color y la multiplicación de las fuentes de luz, operaciones que buscarían superar el claroscuro del mundo carnal para simbolizar el principal atributo de lo divino: la luz” (Aguirre, 2017). Lamentablemente, este gran avance estético en plena Edad Media fue interrumpido de manera dictatorial producto las ortodoxas convicciones del emperador.
Jesús se encarnó debido a la necesidad del hombre de tener respuestas, ya que el humano es un ser sensitivo y debe percibir de alguna forma para incrementar su fe. Así como fue para los apóstoles convivir con Cristo, es para las siguientes generaciones la palabra de Dios plasmada en la biblia y las formas de registro que se llevaron a cabo como lo son los íconos religiosos. Finalmente, si se prohíbe exhibir la concepción de lo divino mediante las imágenes con el objetivo de favorecer el entendimiento universal de las creencias, entonces ¿Para quién está realmente dirigida la religión si no es al común de los hombres?

Bibliografía:

Aguirre, F. (2017). El<< Ritmo>> como Principio Plástico del Ícono. En F. Aguirre.

https://es.oxforddictionaries.com/definicion/iconografia
Schönborn, C. (1999). El ícono de Cristo: Una introducciónteológica. Madrid: Encuentro.

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