Por Débora Miranda Leiva.
¿Qué es lo
primero que piensas cuando escuchas la palabra riqueza? De seguro, en el dinero, que sin este no se puede acceder
a los beneficios que las personas acaudaladas reciben. ¿Qué piensas cuando
escuchas el concepto pobreza? Lo más
probable sería pensar en las personas que viven en campamentos sociales o no
tienen dinero para comprar ni siquiera el pan. A pesar de que estos conceptos
han llegado a tener una cosmovisión bastante específica - gracias a la sociedad
que le da un significado universal - ambos son términos muy amplios, los cuales
tienen que ser analizados contextualmente.
Según la Real
Academia Española, la palabra riqueza
tiene más de un alcance, pero, en este caso, veremos uno solo: “abundancia de cualidades o atributos
excelentes”. El vocablo pobreza también
tiene un sentido bastante amplio y veremos dos de ellos. El primero, es “falta, escasez” y, el segundo, “falta de magnanimidad, de gallardía, de
nobleza del ánimo”. Necesariamente no están referidos a la economía, sino a
una gama de materias en las cuales tienen relevancia.
El análisis de
estos conceptos requiere de un estudio profundo de la historia social de la
humanidad donde se fundó el paradigma, pero, en este escrito, no será
desarrollado, ya que nos enfocaremos en el tema de cómo es la abundancia o
escasez de valores éticos en la sociedad.
Por ejemplo, un
hombre - o, mejor dicho, persona, para no caer en el machismo - está sentado
viendo la televisión cuando en las noticas se informa que unos criminales,
violadores de una chica, saldrán libres por falta
de pruebas, a pesar de que todo estaba en contra de ellos. En otro canal,
anuncian que arrestaron a un chico que apuñaló a un hombre que intentó abusar
de una joven y se dice que su pena mínima será de tres años y un día en la
cárcel.
¿Dónde está la
justicia? Eso es lo que muchos - y quizás tú - te preguntarás, ya que, en el
primer caso, todos sabían - o deducían - que los victimarios sí ultrajaron a la
joven; en cambio, en el segundo, el hombre solo estaba actuando en defensa del
más débil. En situaciones como esta se puede ver la falta de flexibilidad de la
ley; el considerar excepciones a los casos y analizar las individualidades.
Este ejemplo,
como otros más, muestra la falta de honradez de las personas, su escasez de
criterio para juzgar a otros y su falta de comprensión al escuchar las
situaciones ajenas, eso demuestra que la sociedad
está decayendo en los valores fundamentales para la vida humana, llegando
al punto de perder los principios
humanos para esta.
La sociedad, a medida que va pasando el tiempo, va cambiando su forma de
vivir y, con ello, su forma de pensar. A medida que más avanza la
globalización, las personas van perdiendo su identidad y siguen los modelos
humanos solo por tendencia y no por decisión propia. El humano está perdiendo
sus sentimientos y ya no está considerando el criterio correcto de las cosas.
Antes la ley estaba por sobre cualquier individuo o colectivo. La ley era
la carta que nos demostraba que las personas aún conservaban su criterio sobre
lo que era bueno y lo que era malo. El ser humano tenía que adaptarse,
moldearse a la ley y esta tenía que estar siempre en lo más alto de la
sociedad, porque la ley no se rebajaba a los pensamientos de los hombres, ya
que, como dijo Leonardo Da Vinci, “no hay
cosa que nos engañe más que nuestro juicio”, porque el pensamiento de la
humanidad es el más frágil y cambiante que pudo haber existido jamás.
Pero para nuestra triste realidad esto no ocurre. A pesar de que no nos
demos cuenta, la ley se rebaja a los caprichos del hombre, porque este no es
capaz de cumplir la ley en su totalidad, demostrando su falta de compromiso,
perseverancia y lealtad hacia algo que él mismo implantó para ponerle límites a
la sociedad. Luego de que ya quebrantó las leyes empieza a cuestionarse sobre
si quiere vivir en un ambiente así, como dijo C. Catoriadis:
“Lo que hoy está en crisis es precisamente la sociedad como tal
para el hombre contemporáneo(…)
¿Quiere el hombre
contemporáneo la sociedad en que
vive? ¿Quiere otra? ¿Quiere
alguna sociedad? La respuesta se
lee en los actos, y en la
ausencia de los mismos” (Salvat 2003, en Castoriadis)
La riqueza y la pobreza van más allá de poseer o no poseer dinero,
propiedades o lujos, implican algo mucho más profundo, una herencia inmaterial
que nuestros descendientes heredarán como parte de nuestro legado. Nuestros
valores morales. Las personas acaudaladas dicen que ellos le heredan a sus
hijos sus posesiones, mientras que los pobres económicamente pueden entregarle
a sus hijos la educación, pero lo que realmente queda en la mente de uno,
propiamente tal, es el valor moral que nos inculcan nuestros padres. Respetar
la ley tal cual es y no esperar que esta llegue a nosotros, sino que nosotros
lleguemos a ella.
La verdadera riqueza no es hacer lo que todos hacen o seguir un paradigma
que todos aplican o tener muchas posesiones materiales, sino saber qué es lo
correcto y qué no para así poder discernir la sociedad y sobrevivir a ella con
todas sus imperfecciones y decadencias. La pobreza moral es la peor condena que
el ser humano puede tener, porque sin ella la sociedad no podrá actuar con
principios éticos, ya que la ética, según Fernando Savater en su libro “Ética
para Amador”, es definida como “el arte
de vivir, el saber vivir, por lo tanto el arte de discernir lo que nos conviene
y lo que no nos conviene”.
Y tú ¿Qué piensas sobre la riqueza y
la pobreza? ¿cómo te calificas a ti
mismo? ¿eres una persona rica o una persona pobre?
Referencias
- Castoriadis, C. (1998), El ascenso de la insignificancia,
Frónesis, Cátedra/U.de Valencia, Madrid.
- Da Vinci, Leonardo, aforismos.
http://www.motoexcalibur.com.ar/aforismos.htm
- Diccionario de la Real Academia Española.
- Salvat, Pablo (2003), Ética, pobreza y justicia, de la
revista Persona y Sociedad.
http://www.uclouvain.be/cps/ucl/doc/dvlp/documents/pablo_salvat.pdf
- Savater, Fernando (1991), Ética para Amador, Editorial Ariel,
Barcelona.
- Tesis doctoral presentada por Alfonso Dubois Migoya. Dirigida
por el doctor Robert B. Sutcliffe (1999) La revisión del concepto de pobreza.
Fundamentos para un marco analítico alternativo de la pobreza desde la
referencia del bienestar. Universidad de Pa’s Vasco, Bilbao.
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