Por María José Ojeda
Cerca
de 45.168 ballenas han sido asesinadas con fines “científicos” desde que la
moratoria en contra de la caza comercial de éstas entró en vigencia en 1982;
otros 200 millones de tiburones mueren al año a causa del cercenamiento de sus
aletas, práctica que en la actualidad es responsable por la disminución del 90%
de la población en los últimos 50 años; estas cifras hacen imposible a las
ballenas y tiburones mantener estable su número de especies, lo que tendrá como
consecuencia la extinción de ambas.
Este
tipo de prácticas son el peor ejemplo de sobre explotación de la naturaleza; la
caza de ballenas data desde tiempos prehistóricos, sin embargo a mediados del
siglo XX algunas especies de ballenas fueron llevadas hasta el borde de la
extinción debido a que se comenzó con la caza de estas sin regulación alguna,
en la actualidad estas se ven aún más amenazadas debido a la existencia de
barcos más grandes, modernos y con mayor capacidad de carga, lo que a los
cazadores les facilita la búsqueda de su presa en la Antártida, (lugar donde
habita la mayor cantidad de especies). Respecto a la matanza de tiburones, es
llevada a cabo por barcos pesqueros debido a la creciente demanda de los
subproductos de estos grandes depredadores, en particular sus aletas. Estas inhumanas
practicas están llevando al océano a su deforestación y también presunta
deforestación de la vida en la tierra, lo que nos hace preguntarnos, ¿Quiénes
son los reales y finales afectados con la deforestación de océano?
El
término deforestación permite nombrar a la acción y efecto de despojar a un
lugar de sus componentes, este proceso por lo general es producido por el
accionar humano.
Estas
prácticas de caza marítima afecta a algunos de los puntos más importantes para
todos los países que tienen parte o totalidad de su economía basada en la
producción acuícola, como lo son la alimentación, productividad de materias
primas, turismo, producción de bienes y servicios, entre otros. Esto debido a que las ballenas se alimentan
de otras especies marinas como lo son los crustáceos, el hecho de que los
cetáceos se extingan favorecería la proliferación de los crustáceos,
principalmente copépodos, los que en su mayoría son parásitos de peces; como
consecuencia habrá una dramática disminución de la producción de peces
utilizados como base de la productividad económica de ciertas comunidades y
países, afectándoles de manera directa y de forma indirecta al ecosistema
completo.
Otro
de los puntos a considerar antes de seguir matando ballenas desenfrenadamente
es el de que estas son inmensos reservorios de carbono. Según el oceanógrafo
Andrew Pershing, si se permitiera que las ballenas recuperaran su población
natural, su biomasa podría capturar 9 millones de toneladas de carbono de la
atmósfera, lo que equivale la cantidad de carbono que capturaría un bosque de
11.000 kilómetros cuadrados, cantidad que sería considerablemente favorable. Los
efectos más considerables por efecto de la matanza y posterior extinción de los
tiburones, que plantea el experto submarinista
Karlos Simón, es que al ser los tiburones los mayores depredadores de
peces carnívoros, estos peces se multiplicarían y terminarían acabando con los
peces herbívoros, su alimento, de manera que cesaría la producción de peces,
pero el problema no termina ahí, iría mucho más allá, ya que como él afirma “una vez desaparecidas las especies que se
alimentan de algas, éstas crecerían sin control en nuestros mares" (
Simón, Karlos, tierra viva, 2015, s/n) y, teniendo en cuenta que el mar es el
mayor depósito de CO2 del planeta la alteración de su dinámica
influiría en toda la vida de este, como por ejemplo en el aumento del nivel del mar a causa del
derretimiento de los polos por el calentamiento global, la imposibilidad de
botes pesqueros pequeños para entrar al mar debido a la gran cantidad de algas
que no permitirían que sus motores funcionen, entre muchas otras consecuencias.
Además
de los efectos que produce sobre la humanidad esta amenazante deforestación de
océano, no se puede dejar de mencionar lo terriblemente crueles que son ambas
prácticas, ya que consisten en matar de
manera macabra con arpones a las ballenas, las que mueren lentamente desangradas
dando así su vida por el “hambre de ciencia” que tiene algunos países como
Japón, Islandia y Noruega, los cuales “por alguna razón desconocida” se niegan
a ser regulados por las leyes de la CBI (Comisión Ballenera Internacional). En
el caso de los tiburones se les cortan las aletas, estos mueren al tiempo
desangrados o ahogados en el fondo del océano, ya que son devueltos al agua sin
sus aletas, lo que les impide algún tipo de desplazamiento, cabe destacar lo
derrochadora que es la práctica del “aleteo”, ya que solo entre el 1% y el 5%
del peso del tiburón es aprovechado, todo esto con el propósito de dar
consistencia a una sopa que es una “exquisitez” disponible solo para
adinerados, ya que un plato de esta sopa tiene un costo de 200€ lo que equivale
aproximadamente a 160.000 pesos chilenos.
Es
tiempo de tomar conciencia y comenzar a cambiar el planeta. El problema
planteado es solo la punta del iceberg tomando en cuenta el nivel de
destrucción al que están expuestos en la actualidad los océanos, sin tomar en
cuenta que estos proveen el 90% del oxígeno necesario para la vida en la
tierra, (el otro 10% se distribuye entre árboles y plantaciones
productivas) y son la mayor fuente de
recursos naturales sobre el planeta, aun así algunos están empeñados en
vaciarlos de vida, arrasando los fondos con gigantescas redes de pesca y
arrojando desechos hasta el nivel de crear una isla tóxica en el océano, la
cual no solo mata cetáceos y tiburones como lo hacen algunos de manera
consciente, sino que también toma la vida de otras 267 especies alrededor del
mundo, lo que por consiguiente sigue afectando a la vida de la raza humana en
la tierra, dicho todo podemos responder
a nuestra interrogante “¿Quiénes son los reales y finales afectados con la
deforestación de océano?” diciendo que los reales y finales afectados por la
deforestación del océano no solo son sus habitantes, sino que también quienes
están fuera de él, los humanos.
BIBLIOGRAFÍA
1.-
Humane society internacional. (2009). La Moratoria de la CBI a la Cacería
Comercial de Ballenas.
2.- Felicia Sonmez.
(2014). Chinos dejan de comer aletas de tiburón tras campaña.
3.- Luz Guerrero. (2015).
El Gran Parche de Basura del Pacifico.
4.- Karlos Simón.
(2015). La extinción del tiburón
causaría daños “irreparables” al ecosistema y a la pesca mundial.
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