martes, 28 de junio de 2016

“Permitido contemplar, aquí yacen los pensamientos”

Estefanía A. Betancourt Fernández.
Las obras artísticas siempre me han impresionado y más aún, que éstas hayan y sigan estando presentes a lo largo de toda nuestra historia sin excepción, así pues hay algo inquietante en todo este desarrollo, la inagotable inspiración artística de los autores. ¿De dónde viene toda esa inspiración? ¿qué logra hacer obras que no podemos dejar de mirar sin cuestionarnos su trasfondo? Pongo como caso el cuadro “El grito” de Edvard Munch, que a cualquiera dejaría por lo menos interesado. Quizás mi alarma y asombro no tenga ninguna vinculación, tal vez los artistas tratan de buscar la estética, lo bello y placentero para mostrarlo al mundo, y su inspiración viene de lo hermoso, aunque esta frase no me convence del todo, y lo más probable es que a ustedes tampoco, si es que son admiradores del arte o han oído una canción que los ha dejado estremecidos, porque si las obras fueran el solo resultado de una creación artística sin trasfondo, cómo podrían lograr tal respuesta emocional, o por lo menos inquietante, de los espectadores que nos quedamos contemplando y experimentando sentimientos de un cuadro o una sinfonía musical.
Ahora bien los pensamientos discordantes, que nos dejan muchas veces sin escapatoria, y que nos siguen sin que podamos ponerles algún tipo de obstáculo, tienen mucho que entregar en la realización de una obra artística, aunque se éste preguntando de qué manera podría una problemática mental lograr inspiración para acabar siendo una obra de arte. Lo más probable es que creamos que una persona en estas situaciones, debería ir con un profesional, un psicólogo, que le ayudará a absolverse de sus pensamientos caóticos, pero se sorprendería si le dijera que esta persona podría deslumbrarnos, al dejar pasar su ida al psicólogo, y en vez de eso dejarnos ver su interior, pero qué clase de persona nos podría mostrar su mundo interior, pues esta persona la conocemos con el nombre de artista, así sus obras son el resultado de su problemática psicológica, que los lleva a expresarse como una escapatoria desesperada a la que recurre la mente, enfrascada en un conflicto, que los artistas pueden liberar solo por la expresión sublime de una obra.
Pongo por caso a Wagner, un músico del siglo XIX y destacado compositor, director de orquesta y teórico musical. Este compositor creo una obra, llamada Tristán, la habría escrito porque tenía como amante a la esposa de su mejor amigo y esta relación le carcomía tanto por dentro que la transformó en la mayor tragedia amorosa de todos los tiempos, y si hubiera ido a un psicoanalista, por ejemplo, tal obra no hubiera existido, porque el conflicto psicológico que lo aquejaba se habría liberado en palabras hacia un psicólogo, y estoy segura que el propio psicoanalista hubiera preferido escuchar sus pensamientos a través de una obra tan sublime como el Tristán, y ahorrarse las palabra y el tratamiento.
Sin embargo, no todas las inspiraciones artísticas podrían decirse que surgen de los vaivenes de la mente de un artista ya que Picasso realizó una de sus más famosas obras “El Guernica”, por el contexto histórico en el que se encontraba, en donde la población civil se veía aterrorizada durante el bombardeo aéreo de Alemania contra la población de Guernica y fue esto lo que le inspiró a realizar tal obra, así se podría decir que su cuadro es un reflejo fiel de una época lamentable y de dramáticas circunstancias. Aunque sería erróneo pensar que Pablo Picasso o cualquier persona que experimentara las catástrofes de la guerra, no tendría ninguna especie de conflicto mental o reflexión que hacerse al respecto. Y esto lo digo porque no sería la primera vez que este gran pintor expresa su estado mental impreso en sus obras. El periodo azul de Picasso es un excelente ejemplo de la liberación de la problemática que surgía en su mente a raíz del suicidio de su mejor amigo, el pintor siendo muy joven, con pocos recursos, ya que en ese entonces no era muy reconocido, se sumergió en una depresión que se ve claramente reflejada en todas las pinturas de ese periodo, con figuras melancólicas y colores que sólo derivaban del azul.
Finalmente puedo decir que los artistas nos muestran y comunican su mundo interior a través de sus obras, y esto se relaciona con “lo único que el hombre tiene siempre, que es la necesidad de pensar, porque más o menos siempre está en alguna disyuntiva”(1). La obra nos permite ver la problemática mental de una persona, como una especie de confesión, y por lo tanto reconocer algo de nosotros mismos, o identificar el estado psicológico en el que se encontraba el compositor o autor en el momento de su creación, entonces pensar que un autor hace una creación artística sin un trasfondo, no se condice con lo demostrado por las obras de los diferentes artistas, y tampoco con nuestro actuar, porque si no hubiera algo más allá que nos interesara de las obras, hace ya mucho tiempo se habría extinguido nuestro interés, admiración, la capacidad de conmovernos y sentirnos identificados frente a una obra de arte.
(1)Diccionario filosófico Ferrater Mora.
Bibliografía
-          José Ferrater Mora, “diccionario de filosofía”, editorial sudamericana, Buenos Aires, 1965, páginas (1441-1443).
-          http://aliciagonzalezka.blogspot.com/2010/01/los-periodos-de-picasso.html
-          http://portal.unesco.org/culture/es/files/32037/11593677223PonenciaEcuador.pdf/PonenciaEcuador.pdf

-          http://www.arsgravis.com/?p=43

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