Estefanía
A. Betancourt Fernández.
Las
obras artísticas siempre me han impresionado y más aún, que éstas hayan y sigan
estando presentes a lo largo de toda nuestra historia sin excepción, así pues
hay algo inquietante en todo este desarrollo, la inagotable inspiración
artística de los autores. ¿De dónde viene toda esa inspiración? ¿qué logra
hacer obras que no podemos dejar de mirar sin cuestionarnos su trasfondo? Pongo
como caso el cuadro “El grito” de Edvard Munch, que a cualquiera dejaría por lo
menos interesado. Quizás mi alarma y asombro no tenga ninguna vinculación, tal
vez los artistas tratan de buscar la estética, lo bello y placentero para
mostrarlo al mundo, y su inspiración viene de lo hermoso, aunque esta frase no
me convence del todo, y lo más probable es que a ustedes tampoco, si es que son
admiradores del arte o han oído una canción que los ha dejado estremecidos,
porque si las obras fueran el solo resultado de una creación artística sin
trasfondo, cómo podrían lograr tal respuesta emocional, o por lo menos
inquietante, de los espectadores que nos quedamos contemplando y experimentando
sentimientos de un cuadro o una sinfonía musical.
Ahora
bien los pensamientos discordantes, que nos dejan muchas veces sin escapatoria,
y que nos siguen sin que podamos ponerles algún tipo de obstáculo, tienen mucho
que entregar en la realización de una obra artística, aunque se éste
preguntando de qué manera podría una problemática mental lograr inspiración
para acabar siendo una obra de arte. Lo más probable es que creamos que una persona
en estas situaciones, debería ir con un profesional, un psicólogo, que le
ayudará a absolverse de sus pensamientos caóticos, pero se sorprendería si le
dijera que esta persona podría deslumbrarnos, al dejar pasar su ida al
psicólogo, y en vez de eso dejarnos ver su interior, pero qué clase de persona
nos podría mostrar su mundo interior, pues esta persona la conocemos con el
nombre de artista, así sus obras son el resultado de su problemática
psicológica, que los lleva a expresarse como una escapatoria desesperada a la
que recurre la mente, enfrascada en un conflicto, que los artistas pueden
liberar solo por la expresión sublime de una obra.
Pongo
por caso a Wagner, un músico del siglo XIX y destacado compositor, director de
orquesta y teórico musical. Este compositor creo una obra, llamada Tristán, la
habría escrito porque tenía como amante a la esposa de su mejor amigo y esta
relación le carcomía tanto por dentro que la transformó en la mayor tragedia
amorosa de todos los tiempos, y si hubiera ido a un psicoanalista, por ejemplo,
tal obra no hubiera existido, porque el conflicto psicológico que lo aquejaba
se habría liberado en palabras hacia un psicólogo, y estoy segura que el propio
psicoanalista hubiera preferido escuchar sus pensamientos a través de una obra
tan sublime como el Tristán, y ahorrarse las palabra y el tratamiento.
Sin
embargo, no todas las inspiraciones artísticas podrían decirse que surgen de
los vaivenes de la mente de un artista ya que Picasso realizó una de sus más
famosas obras “El Guernica”, por el contexto histórico en el que se encontraba,
en donde la población civil se veía aterrorizada durante el bombardeo aéreo de
Alemania contra la población de Guernica y fue esto lo que le inspiró a
realizar tal obra, así se podría decir que su cuadro es un reflejo fiel de una
época lamentable y de dramáticas circunstancias. Aunque sería erróneo pensar
que Pablo Picasso o cualquier persona que experimentara las catástrofes de la
guerra, no tendría ninguna especie de conflicto mental o reflexión que hacerse
al respecto. Y esto lo digo porque no sería la primera vez que este gran pintor
expresa su estado mental impreso en sus obras. El periodo azul de Picasso es un
excelente ejemplo de la liberación de la problemática que surgía en su mente a
raíz del suicidio de su mejor amigo, el pintor siendo muy joven, con pocos
recursos, ya que en ese entonces no era muy reconocido, se sumergió en una
depresión que se ve claramente reflejada en todas las pinturas de ese periodo,
con figuras melancólicas y colores que sólo derivaban del azul.
Finalmente
puedo decir que los artistas nos muestran y comunican su mundo interior a
través de sus obras, y esto se relaciona con “lo único que el hombre tiene
siempre, que es la necesidad de pensar, porque más o menos siempre está en
alguna disyuntiva”(1). La obra nos permite ver la problemática mental de una
persona, como una especie de confesión, y por lo tanto reconocer algo de
nosotros mismos, o identificar el estado psicológico en el que se encontraba el
compositor o autor en el momento de su creación, entonces pensar que un autor
hace una creación artística sin un trasfondo, no se condice con lo demostrado
por las obras de los diferentes artistas, y tampoco con nuestro actuar, porque
si no hubiera algo más allá que nos interesara de las obras, hace ya mucho
tiempo se habría extinguido nuestro interés, admiración, la capacidad de
conmovernos y sentirnos identificados frente a una obra de arte.
(1)Diccionario
filosófico Ferrater Mora.
Bibliografía
-
José Ferrater Mora, “diccionario de
filosofía”, editorial sudamericana, Buenos Aires, 1965, páginas (1441-1443).
-
http://aliciagonzalezka.blogspot.com/2010/01/los-periodos-de-picasso.html
-
http://portal.unesco.org/culture/es/files/32037/11593677223PonenciaEcuador.pdf/PonenciaEcuador.pdf
-
http://www.arsgravis.com/?p=43
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