Acoso
Sexual Callejero
Más de alguna de nosotras (por no decir todas) ha vivido
en carne propia el acoso callejero, durante su vida, en el último mes, semana,
incluso hoy mismo, me atrevería a decir que un día normal para nosotras incluye
esa molesta sensación de acoso.
Al mencionar el acoso callejero, seguro planteamos la
situación en diversos escenarios, por ejemplo en el trasporte público, en la
calle, supermercados, tiendas, malls, etc.
Seguramente, ya ni recordamos cuando comenzó esta
situación a ser una constante en nuestras vidas, y es que de pronto, la calle
comenzó a ser un lugar molesto e inseguro, donde sabes que te sentirás
observada, deseada, acosada.
a finales del año 2013 como iniciativa de un pequeño
grupo de cientistas sociales nació el observatorio Observatorio contra el Acoso
Callejero (OCAC) “Lo que nos motivó fue visibilizar un tipo de violencia de
género que era claro que afectaba a muchísimas personas, pero que no tenía
ninguna forma de trato en nuestro país, a nivel de políticas públicas o desde
la sociedad civil”, comenta Francisca Valenzuela, socióloga de la Universidad
de Chile y presidenta del OCAC.
Miradas lascivas, piropos, silbidos, besos, bocinazos,
jadeos, gestos obscenos, comentarios sexuales, fotografías y grabaciones a
partes íntimas, tocaciones, persecuciones y arrinconamientos, masturbación
pública y exhibicionismo son prácticas constituyentes de acoso sexual
callejero, ejercidas cotidianamente en el espacio público, principalmente
contra mujeres jóvenes y adolescentes. Estas acciones generan diversos tipos de
consecuencias en términos emocionales, de uso de los espacios y de percepción
de seguridad. Ya resulta común cambiar nuestras rutas o acomodar nuestros
horarios para una viaje más “cómodo”, lo anterior refiere justamente a la
pregunta ¿ Por qué el acoso callejero es violencia? Y es que según la mirada
del OCAC el Acoso Sexual Callejero una
práctica no deseada, que genera un impacto psicológico negativo y que las
personas, especialmente mujeres, pueden vivir varias veces al día desde los 12
años (en promedio).
“Lo más difícil radica en la invisibilización de este
tipo de prácticas. Cuando uno intenta posicionar un tema que no está discutido,
se justifica en nombre de la cultura. La dificultad es esa, pelear contra la
tradición, enfrentarte contra una conducta naturalizada y tener explicar por
qué es un problema”, explica Francisca Valenzuela.
De acuerdo con la Primera Encuesta de Acoso Callejero en Chile,
realizada por el OCAC, un 94,7 por ciento de las mujeres ha sido víctima de
acoso sexual callejero, práctica a la cual comienzan a acostumbrarse a partir
de los nueve-doce años, en pleno desarrollo físico y psicológico. Más de un 77
por ciento de las encuestadas dice ser acosada al menos una vez por semana,
mientras que un 40 por ciento sufriría de acoso callejero diariamente.
Ante esta realidad, el 17 de marzo de este año fue
ingresado al Congreso un proyecto de ley que busca contribuir
a erradicar las prácticas de acoso sexual callejero y plantea la importancia de
reconocerlas como un tipo de violencia. El proyecto tiene el propósito de
erradicar las prácticas de acoso sexual callejero que son experimentadas por
mujeres, hombres, niñas y niños, reconociéndolo como un tipo de violencia. Esta
iniciativa de ley señala que es deber del Estado combatir el acoso sexual
callejero y educar a la población para que la ciudadanía rechace estas
prácticas.
En este proyecto de ley el acoso sexual callejero se
define como “Todo acto de naturaleza o connotación sexual, cometido en contra
de una persona en lugares o espacios públicos, o de acceso público, sin que
mantengan el acosador y la acosada relación entre sí, sin que medie el
consentimiento de la víctima y que produzca en la víctima intimidación,
hostilidad, degradación, humillación, o un ambiente ofensivo en los espacios
públicos.”
Asimismo, el proyecto diferencia entre los distintos
tipos de acoso callejero:
1. Actos no verbales (gestos obscenos, jadeos, entre
otros) o verbales (comentarios, insinuaciones) que resulten humillantes y
ofensivos
2. Captación de imágenes y vídeos del cuerpo de otra
persona, sin su consentimiento
3. Abordajes intimidantes, exhibicionismo, masturbación o
persecución a pie o en medios de transporte
4. Contacto corporal de carácter sexual (“tocaciones”
indebidas, roces o presión de genitales).
Las multas estipuladas en el proyecto van desde media
Unidad Tributaria Mensual (UTM) hasta presidio menor en su grado mínimo, lo que
depende del tipo de falta que se cometa. En el caso de la realización de actos
verbales o no verbales, la multa de media UTM podrá ser sustituida por
disculpas públicas.
“Nuestras expectativas son que este tema se visibilice no
solamente a nivel ciudadano, sino que podamos mostrar un compromiso a nivel
político real, que no solamente estén las sanciones, sino que también esté en
manos de ministerios comprometidos con temas de educación sobre esta
problemática que afecta a los y las jóvenes”, explica Francisca Valenzuela.
El rol de los hombres
Un grupo de investigadores del OCAC caracteriza el acoso
como “un fenómeno profundamente inscrito dentro de la estructura social, una
práctica cotidiana circunscrita en una sociedad patriarcal donde sólo se
vislumbran como posibilidad dos géneros: femenino y masculino, entre los cuales
también existe una relación jerárquica, mediada muchas veces por la violencia”.
A su juicio, el acoso callejero se plantea, por un lado,
como la reafirmación de la posición inferior de la mujer en un espacio público
históricamente masculino, “recordándole constantemente que no es su lugar y
que, al usarlo, su cuerpo es público, por lo que puede ser comentado, tocado,
violado”. Los hombres, por su parte, se someten a la obligación de “reafirmar”
su posición en lo público y su virilidad, con el temor constante de mostrar
algún rasgo considerado femenino. ”Las
exigencias del orden simbólico los obligan a estar siempre predispuestos al
ejercicio de la violencia, para que su virilidad sea revalidada frente a las
mujeres e incluso frente a otros hombres”.
El OCAC señala correctamente que “todas las personas
tienen derecho a transitar libremente y con la confianza de no ser violentados,
independiente del contexto, la edad, la hora del día o el vestuario que ocupa
la persona agredida, los derechos humanos no dependen ni se suspenden por
detalles del entorno. No hay excusas ni justificaciones para el acoso sexual
callejero.
Es violencia de género, pues refleja en el espacio
público la desigualdad de poder entre hombres y mujeres, a través del abuso sexual.
En la actualidad, la violencia sexual es penada y no tolerada en otras
situaciones y contextos (acoso laboral, estupro, violación), pero está
pendiente sancionarla cuando ocurre en los espacios públicos.
Algunas manifestaciones de acoso sexual callejero son
aceptadas como “folclóricas” o “tradicionales”, lo que tampoco debe ser
argumento para tolerar esta vulneración. La violencia no puede ser patrocinada
con orgullo por ningún pueblo o nación.
A la vez, el acoso callejero se vincula a la “coquetería”
y sexualidad. Cada cual tiene derecho a experimentar su sexualidad como estime
conveniente, siempre que no atropelle las libertades del resto. Quienes
manifiestan su incomodidad y rechazo tienen derecho a mostrar su incomodidad.
Asimismo, quienes acostumbran a acosar, deben comprender que han confundido la
coquetería y galantería con violencia sexual.
Por todo lo anterior, las víctimas no deben sentir culpa
o vergüenza por sufrir acoso sexual callejero, puesto que NUNCA ES SU CULPA. Lo
importante es reflexionar de manera crítica y consciente, teniendo en cuenta
que esta problemática afecta a personas particulares, pero responde a un
fenómeno social complejo”.
Por todo lo anterior las mujeres no debemos sentir esa
carga incomoda que justifica los actos de acoso en nosotras, nuestra manera de
actuar, vestir, de expresar o pensar. Nunca seremos las culpables o
responsables de dichos sucesos. Es trabajo de todas y todos hacer de los
espacios públicos un terreno seguro, está claro que en más de algún ámbito,
pero lo importante es sentirnos seguras, a la par con los hombres, es trabajar
en conjunto, es poner sobre la mesa que tenemos derecho a ser respetadas, todos
merecemos respeto, pero hoy en día el nuestro está siendo vulnerado y es una
responsabilidad política en conjunto de la sociedad e instituciones que nos
rigen.
Catalina Sepúlveda Dettoni
Bibliografía:
No hay comentarios:
Publicar un comentario