domingo, 4 de diciembre de 2016

Acoso Sexual Callejero

Más de alguna de nosotras (por no decir todas) ha vivido en carne propia el acoso callejero, durante su vida, en el último mes, semana, incluso hoy mismo, me atrevería a decir que un día normal para nosotras incluye esa molesta sensación de acoso.
Al mencionar el acoso callejero, seguro planteamos la situación en diversos escenarios, por ejemplo en el trasporte público, en la calle, supermercados, tiendas, malls, etc.
Seguramente, ya ni recordamos cuando comenzó esta situación a ser una constante en nuestras vidas, y es que de pronto, la calle comenzó a ser un lugar molesto e inseguro, donde sabes que te sentirás observada, deseada, acosada.
a finales del año 2013 como iniciativa de un pequeño grupo de cientistas sociales nació el observatorio Observatorio contra el Acoso Callejero (OCAC) “Lo que nos motivó fue visibilizar un tipo de violencia de género que era claro que afectaba a muchísimas personas, pero que no tenía ninguna forma de trato en nuestro país, a nivel de políticas públicas o desde la sociedad civil”, comenta Francisca Valenzuela, socióloga de la Universidad de Chile y presidenta del OCAC.
Miradas lascivas, piropos, silbidos, besos, bocinazos, jadeos, gestos obscenos, comentarios sexuales, fotografías y grabaciones a partes íntimas, tocaciones, persecuciones y arrinconamientos, masturbación pública y exhibicionismo son prácticas constituyentes de acoso sexual callejero, ejercidas cotidianamente en el espacio público, principalmente contra mujeres jóvenes y adolescentes. Estas acciones generan diversos tipos de consecuencias en términos emocionales, de uso de los espacios y de percepción de seguridad. Ya resulta común cambiar nuestras rutas o acomodar nuestros horarios para una viaje más “cómodo”, lo anterior refiere justamente a la pregunta ¿ Por qué el acoso callejero es violencia? Y es que según la mirada del OCAC  el Acoso Sexual Callejero una práctica no deseada, que genera un impacto psicológico negativo y que las personas, especialmente mujeres, pueden vivir varias veces al día desde los 12 años (en promedio).
“Lo más difícil radica en la invisibilización de este tipo de prácticas. Cuando uno intenta posicionar un tema que no está discutido, se justifica en nombre de la cultura. La dificultad es esa, pelear contra la tradición, enfrentarte contra una conducta naturalizada y tener explicar por qué es un problema”, explica Francisca Valenzuela.
De acuerdo con la Primera Encuesta de Acoso Callejero en Chile, realizada por el OCAC, un 94,7 por ciento de las mujeres ha sido víctima de acoso sexual callejero, práctica a la cual comienzan a acostumbrarse a partir de los nueve-doce años, en pleno desarrollo físico y psicológico. Más de un 77 por ciento de las encuestadas dice ser acosada al menos una vez por semana, mientras que un 40 por ciento sufriría de acoso callejero diariamente.
Ante esta realidad, el 17 de marzo de este año fue ingresado al Congreso un proyecto de ley que busca contribuir a erradicar las prácticas de acoso sexual callejero y plantea la importancia de reconocerlas como un tipo de violencia. El proyecto tiene el propósito de erradicar las prácticas de acoso sexual callejero que son experimentadas por mujeres, hombres, niñas y niños, reconociéndolo como un tipo de violencia. Esta iniciativa de ley señala que es deber del Estado combatir el acoso sexual callejero y educar a la población para que la ciudadanía rechace estas prácticas.
En este proyecto de ley el acoso sexual callejero se define como “Todo acto de naturaleza o connotación sexual, cometido en contra de una persona en lugares o espacios públicos, o de acceso público, sin que mantengan el acosador y la acosada relación entre sí, sin que medie el consentimiento de la víctima y que produzca en la víctima intimidación, hostilidad, degradación, humillación, o un ambiente ofensivo en los espacios públicos.”
Asimismo, el proyecto diferencia entre los distintos tipos de acoso callejero: 
1. Actos no verbales (gestos obscenos, jadeos, entre otros) o verbales (comentarios, insinuaciones) que resulten humillantes y ofensivos 
2. Captación de imágenes y vídeos del cuerpo de otra persona, sin su consentimiento
3. Abordajes intimidantes, exhibicionismo, masturbación o persecución a pie o en medios de transporte
4. Contacto corporal de carácter sexual (“tocaciones” indebidas, roces o presión de genitales). 
Las multas estipuladas en el proyecto van desde media Unidad Tributaria Mensual (UTM) hasta presidio menor en su grado mínimo, lo que depende del tipo de falta que se cometa. En el caso de la realización de actos verbales o no verbales, la multa de media UTM podrá ser sustituida por disculpas públicas.
“Nuestras expectativas son que este tema se visibilice no solamente a nivel ciudadano, sino que podamos mostrar un compromiso a nivel político real, que no solamente estén las sanciones, sino que también esté en manos de ministerios comprometidos con temas de educación sobre esta problemática que afecta a los y las jóvenes”, explica  Francisca Valenzuela.
El rol de los hombres
Un grupo de investigadores del OCAC caracteriza el acoso como “un fenómeno profundamente inscrito dentro de la estructura social, una práctica cotidiana circunscrita en una sociedad patriarcal donde sólo se vislumbran como posibilidad dos géneros: femenino y masculino, entre los cuales también existe una relación jerárquica, mediada muchas veces por la violencia”.
A su juicio, el acoso callejero se plantea, por un lado, como la reafirmación de la posición inferior de la mujer en un espacio público históricamente masculino, “recordándole constantemente que no es su lugar y que, al usarlo, su cuerpo es público, por lo que puede ser comentado, tocado, violado”. Los hombres, por su parte, se someten a la obligación de “reafirmar” su posición en lo público y su virilidad, con el temor constante de mostrar algún rasgo considerado femenino.  ”Las exigencias del orden simbólico los obligan a estar siempre predispuestos al ejercicio de la violencia, para que su virilidad sea revalidada frente a las mujeres e incluso frente a otros hombres”.
El OCAC señala correctamente que “todas las personas tienen derecho a transitar libremente y con la confianza de no ser violentados, independiente del contexto, la edad, la hora del día o el vestuario que ocupa la persona agredida, los derechos humanos no dependen ni se suspenden por detalles del entorno. No hay excusas ni justificaciones para el acoso sexual callejero.
Es violencia de género, pues refleja en el espacio público la desigualdad de poder entre hombres y mujeres, a través del abuso sexual. En la actualidad, la violencia sexual es penada y no tolerada en otras situaciones y contextos (acoso laboral, estupro, violación), pero está pendiente sancionarla cuando ocurre en los espacios públicos.
Algunas manifestaciones de acoso sexual callejero son aceptadas como “folclóricas” o “tradicionales”, lo que tampoco debe ser argumento para tolerar esta vulneración. La violencia no puede ser patrocinada con orgullo por ningún pueblo o nación.
A la vez, el acoso callejero se vincula a la “coquetería” y sexualidad. Cada cual tiene derecho a experimentar su sexualidad como estime conveniente, siempre que no atropelle las libertades del resto. Quienes manifiestan su incomodidad y rechazo tienen derecho a mostrar su incomodidad. Asimismo, quienes acostumbran a acosar, deben comprender que han confundido la coquetería y galantería con violencia sexual.
Por todo lo anterior, las víctimas no deben sentir culpa o vergüenza por sufrir acoso sexual callejero, puesto que NUNCA ES SU CULPA. Lo importante es reflexionar de manera crítica y consciente, teniendo en cuenta que esta problemática afecta a personas particulares, pero responde a un fenómeno social complejo”.
Por todo lo anterior las mujeres no debemos sentir esa carga incomoda que justifica los actos de acoso en nosotras, nuestra manera de actuar, vestir, de expresar o pensar. Nunca seremos las culpables o responsables de dichos sucesos. Es trabajo de todas y todos hacer de los espacios públicos un terreno seguro, está claro que en más de algún ámbito, pero lo importante es sentirnos seguras, a la par con los hombres, es trabajar en conjunto, es poner sobre la mesa que tenemos derecho a ser respetadas, todos merecemos respeto, pero hoy en día el nuestro está siendo vulnerado y es una responsabilidad política en conjunto de la sociedad e instituciones que nos rigen.







 Catalina Sepúlveda Dettoni



 Bibliografía:




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