viernes, 23 de junio de 2017

La 'Policía Anónima' y la Televisión como Método de Control

Pablo Arqueros Henríquez
TUAQF (D). Universidad de Santiago de Chile

El taller, la escuela, la iglesia, están gobernadas por aquellos a quienes la riqueza, el saber, la elección divina, les dan título para ejercer ese gobierno. La pendiente natural de las sociedades las empuja a ser gobernadas según esta regla de ejercicio de una superioridad sobre una inferioridad. Y la pendiente natural de los gobiernos, como de quienes legitiman su poder, es pensar la comunidad política sobre este modelo: gran familia gobernada por sus ancianos, patrimonio de la divinidad confiada a aquellos que la divinidad ha elegido, gran empresa dirigida por los expertos en el manejo de las riquezas y el cálculo de los flujos, reunión de alumnos medianamente ignorantes o indóciles instruidos por los más sabios. A esta lógica de adaptación que se quiere hacer pasar por la de la política, propuse reservarle el nombre de policía.” (Rancière, 2006)
Jaques Rancière nos presenta en su libro “Política, policía, democracia” a un cierto ente o proceso, el cual él denomina como policía. Éste ente político organiza a la comunidad de forma jerárquica. La policía se presenta como lo dañino para lo que sería la igualdad, (otro ente político de los dos que presenta Rancière), y la niega, ya que la policía se encarga de clasificar a los individuos en diferentes grupos característicos, y estar clasificados les quita a los individuos su condición de igualdad, generando así cierta diferenciación a quienes son encasillados en estos grupos; y en algunos casos discriminación por parte de la sociedad. Rancière nos dice que lo político es cuando se trata el daño a la igualdad provocado por la policía. “Pero la policía, antes de ser una fuerza de represión fuerte, es en primer término una forma de intervención que prescribe lo visible y lo invisible, lo decible y lo indecible.” (Rancière, 2006). Ésto dice Rancière en relación con las acciones tomadas por el Estado francés ante las manifestaciones del fin de la guerra de Argelia, donde se llevó a cabo una gran represión a los manifestantes y un black-out en el número de víctimas.
Podemos entonces presentar a la policía como aquellos entes de poder, que se alzan por sobre del pueblo, dándose a ella misma la capacidad de clasificar cada individuo perteneciente a una zona más baja dentro de su tabla jerárquica, que ella más que encabezar, sobrevuela, vigilando y controlando que todo esté en su lugar asignado, siendo un medio de control el manejo de la información y la desinformación, censurando y manipulando hechos, y así mantener a la comunidad ignorante de su igualdad, engañándola incluso, al crear diferencias entre sus propios miembros.
Contextualizando entonces a la policía en nuestra sociedad actual, la podemos ver como aquellos grupos oligárquicos invisibles, que tienen bajo su poder al mismo gobierno, comprándolo con acuerdos corruptos. Gobierno que sólo sirve como máscara de anonimato para la real policía que nos rige como ciudadanos chilenos.
Ésta policía anónima necesita de medios de control masivos, y  a su vez sutiles, para controlar nuestra sociedad de forma eficiente, y sin alejarse demasiado de su seguro y preciado anonimato, que los vuelve inmune a la política. De entre los varios medios que utiliza esta policía anónima, el que más destaca por su relevancia en la mentalidad del chileno promedio es la televisión.
La televisión juega un rol muy importante dentro de la sociedad chilena, ya que quien no está consciente de lo que en ella se emite, pareciera no ser parte de esta. Ya que los temas de conversación favoritos del chileno promedio giran en torno a la televisión, ya sea los resultados del último partido del campeonato de fútbol nacional o internacional, o el último capítulo de la teleserie envasada de moda… Pero son los programas de noticias aquellos en que la policía anónima mete más las manos, manejando la información como se le plazca, mostrando sólo lo que le ayuda a complacer sus deseos egoístas.
 Es evidente, si se agudiza la percepción, el cómo los noticiarios de los canales de televisión chilena son controlados por la policía anónima. En primera instancia estas noticias se muestran, en contradicción con la esencia de la noticia, subjetivas, englobando a las personas en grupos, como estudiantes, mapuches, etc. Y a su vez englobar a estos grupos, en grupos más grandes, tratando a los ya nombrados, por ejemplo, como delincuentes o terroristas, utilizando palabras ya estigmatizadas por la sociedad chilena, como encapuchados, destrozos, desorden público, e incluso manifestación tiene una connotación negativa dentro de la mentalidad del chileno promedio. Si bien, quizá esta forma no es muy evidente, hay casos donde la subjetividad en los noticieros llega al punto del descaro, calificando directamente a ciertos hechos como atroces, lamentables, repudiables, etc. Esto deja fuera a los noticiarios de la televisión chilena como fuentes objetivas de información, al contrario los noticiarios funcionan como entidad juzgadora imparcial, que infunde el juicio de la policía anónima en el chileno promedio, generando así una moralidad fabricada, que presenta una gran parte de la población. Moralidad que además de ser infundida, pone en conflicto al pueblo chileno consigo mismo, atacándose entre aquellos que se enfrentan a la policía, y quienes tienen su postura fabricada por ella. En cierto sentido, se podría decir que parte del pueblo chileno, es a su vez una extensión de la policía, fracturándolo, y reprimiéndose a sí mismo,  agregando una capa más de anonimato a la policía real.
Otro medio de control de la policía en la sociedad chilena por medio de la televisión, son los programas de connotación popular, los cuales dañan a la igualdad en innumerables casos, véase por ejemplo programas como “Morandé con Compañía”, que presentan ideas de carácter discriminatorio a diferentes grupos de la sociedad, y los definen en cierto modo. Programas plagados de estereotipos dañinos. Ya sean de grupos étnicos diferentes, como podrían ser los inmigrantes, e incluso el pueblo mapuche, o a los homosexuales. Sin dejar de lado también a las mujeres, las cuales se muestran  cosificadas y sexualizadas en este tipo de programas. Éstas ideas dañinas para la igualdad, se incorporan a  la mentalidad del chileno promedio, el cual se guía por estos mismos estereotipos en su diario vivir. Programas como estos también distraen al ciudadano chileno, el cual enfoca su atención al comentario de estos programas, haciendo pasar desapercibidas las problemáticas de contingencia nacional, y agrega otra capa más al anonimato de la real policía.
Gran parte de la efectividad de la televisión en nuestra sociedad chilena es por su masividad, de la cual la policía anónima se ha encargado que continúe así. Prácticamente la gran mayoría de los hogares chilenos tiene al menos un televisor el cual no pasa un día sin ser encendido. Incluso el acto de ver la televisión a ciertos horarios, se ha vuelto una especie de tradición familiar en varios hogares chilenos, donde la familia se reúne a ver televisión, esto tiene cierto efecto psicológico en las personas, las cueles luego relacionan el acto de ver la televisión con la sensación de relacionarse en familia, por lo que los hijos, al formar su propia familia, vuelven a repetir la misma acción, volviéndose así una costumbre que pasa de generación en generación. Ésta masificación de la televisión, ha llegado al punto de que se puede ver la televisión incluso en espacios públicos, como pantallas en la calle, o como es el caso más notorio, el mismo metro de Santiago, el cual presenta televisores que funcionan por todo el día en varias de sus estaciones, e incluso en algunos vagones del metro.

La política se opone específicamente a la policía. La policía es un reparto de lo sensible cuyo principio es la ausencia de vacío y de suplemento.” (Rancière, 2006)
Teniendo todo esto en cuenta, podemos ver a un Chile dominado por la televisión, la cual ha despolitizado a gran parte de la población chilena, debido a que la televisión es un medio controlado por la policía anónima, y que a su vez gran parte del pueblo chileno tiene una mentalidad amoldada por este medio.
Es curioso, tal vez, que seamos nosotros mismos quienes traemos a la policía a nuestros hogares, permitiendo un control fácil de nuestro actuar, y creando el gran índice de despolitización que presenta nuestra sociedad, la cual se encuentra dominada por la policía anónima, que vive triunfante sobrevolando al pueblo chileno, en su jerarquía indestructible, vigilándolo y controlándolo desde la comodidad de su máscara, llegando éstos ya a un grado de ser prácticamente intocables, ya que lograron poner al pueblo contra el pueblo, y se divierten viéndonos separados, como un cuerpo deformado y mutilado, donde cada extremidad tiene vida propia y se pelea con la otra; extremidades sin cabeza ni unión, algunas más salvajes y feroces que las otras, pero no por eso menos justas ni con menos razón. Estas extremidades son mal vistas y son contrarias a estas otras de las cuales les tira un hilo -o más bien un cable- de la policía anónima.



Bibliografía

Rancière, J. (2006). En Política, policía, democracia. Santiago de Chile: LOM. 

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