Francesca Farias Henríquez
Carrera: Técnico Universitario en Análisis Físico
Químico
Universidad de Santiago de Chile
“Para
comprender el universo hay primero que comprender la vida, y específicamente,
el cerebro”, la revista Scielo describe así el pensamiento del destacado
biólogo chileno Francisco Varela, en su libro “El Fenómeno de La Vida”.
Comienzo haciendo esta cita porque es, precisamente en el cerebro, donde ocurre
el aprendizaje. Este procesa información del mundo exterior, adquiriendo así
el conocimiento y generando memoria. Pero ¿se puede reestructurar la memoria?,
más aun ¿se puede borrar la memoria dejando un sujeto listo para ser
“reiniciado”?, es en este punto donde la Terapia de Electroshock cobra
relevancia como ejemplo. Introducida en 1930, consiste en utilizar la corriente eléctrica (a través de electrodos
colocados en la superficie craneal) provocando una convulsión en el cerebro,
ayudándolo a "reconectarse" a sí mismo. En los años 50 su uso
comienza a declinar y hoy en día se sigue aplicando bajo el nombre de “TEC”
(Terapia Electroconvulsiva). Dentro de sus efectos secundarios más destacados
están la pérdida de la memoria y la desorientación temporal.
Menciono esto, porque la TEC es un ejemplo a escala
micro para llevarlo a un nivel macro. Las crisis generan un shock (impacto,
conmoción) en los individuos, en menor o mayor grado según su intensidad,
frente a esto podemos reaccionar reestructurando nuevas formas de actuar ante
ello (resistiendo), o bien, paralizándonos, dejando que la conmoción nos
domine, siendo permeables por otros. Esto, ocurre también en la sociedad,
cuando en colectivo somos sometidos a una situación de crisis (desastres naturales,
crisis económicas, políticas, etc) resultando vulnerables a ser reestructurados
con información y acciones a conveniencia de quien nos domina, sin ninguna
capacidad de reacción más que esperar a ser “salvados”. Es en este momento
donde la “Doctrina del Shock” alcanza protagonismo, ya que es la estrategia por
la cual se reordena a sociedades completas, relacionándose con las democracias
actuales a nivel mundial (cabe mencionar que la mayoría surgen de la aplicación
de esta doctrina) y el control social que ejercen a través de estas crisis, la
mayoría de las veces creadas para fines económicos.
Una doctrina es un conjunto de ideas o principios
básicos. La doctrina del Shock es, por tanto una idea, una estrategia cuya
definición nos la da su creador, el Economista Milton Friedman: “Solo una
crisis -real o percibida- da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis
tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan
en el ambiente. Creo que ésa ha de ser nuestra función básica: desarrollar
alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta
que lo políticamente imposible se vuelva políticamente inevitable”. En
palabras simples significa esperar a que exista una crisis (o en su defecto
provocarla) para, en ese momento de “no respuesta”, introducir una nueva alternativa, que puede ser un nuevo
sistema económico, social, político, educacional, etc, haciéndolo habitual y
causando que su existencia sea inevitable (puesto que ya se ha instalado).
Friedman,
profesor de economía en la Universidad de Chicago, creía que la terapia de
shock económico, impulsaría a las sociedades a aceptar un capitalismo más puro
y desregulado (“Capitalismo del Desastre”, denominado así porque se impone a
través de un desastre o crisis). Chile, fue el primer experimento de esta
doctrina. En los 50’ y 60’ sus respectivos Gobiernos invertían en salud,
educación e industrias, convirtiéndose en un modelo de progreso para la zona.
Esto hizo que las empresas estadounidenses temieran por sus inversiones. Debido
a ello, se comenzó a becar a estudiantes de Chile y Sudamérica para estudiar “Economía
de Libre Mercado” con Milton Friedman.
Los estudiantes regresaban a Chile a dar clases, convirtiéndose el
Departamento de Economía de la Universidad Católica en Santiago una mini
escuela de este modelo. Así comenzó a propagarse la “Escuela de Chicago” o de
los “Chicago Boys”. Esto tuvo su punto álgido durante la Presidencia de
Salvador Allende Gossens, momento en que esta doctrina comenzó a ponerse en
práctica a través de los discípulos de la Escuela de Chicago (quienes
desarrollaron un nuevo programa económico denominado “El Ladrillo”) y Richard
Nixon, Presidente de los Estados Unidos quien ordeno al director de la CIA que
desestabilizara el sistema económico chileno. Comenzaba así a fraguarse la
doctrina de Friedman: “El Shock Económico”, una crisis que justificaría un
Golpe Militar para “reordenar” el país. Es así como Chile se convirtió en el primer país
donde se probó el capitalismo del desastre. Pero este “Shock Económico” no hubiese sido posible
sin el “Shock de la Tortura”, que se desprende de los estudios sobre
aislamiento sensorial del Dr. Ewen Cameron, del cual la CIA desarrollo las
técnicas usadas en interrogatorio, diseñadas para quebrar toda voluntad del
interrogado, llevándolo al shock psicológico y que aparecen detalladas en el
Manual Kubark. Entre las técnicas de tortura utilizadas figuran la violación,
el aislamiento, el ahogo (seco y húmedo), el electroshock, el colgamiento, entre
otras que son aún más brutales. A partir
de Chile, estas técnicas comenzaron a ser implementadas en el resto de las
dictaduras de Latinoamérica.
Se forma así un binomio perfecto, “El Shock de la
Guerra” (que infunde el terror necesario para acabar con toda voluntad) y el
“Shock Económico” (que se impone sin resistencia alguna).
Siendo las democracias actuales procedentes de
dictaduras brutales, donde hubo de todo menos democracia, vale la pena
preguntarse si la doctrina que nos impera sigue siendo la de Friedman, si acaso
vivimos en un espejismo de libertad fomentado por los medios, que al menor
intento de cambio sacan a relucir antiguas o nuevas crisis que podrían suceder,
recurriendo siempre al temor como herramienta disuasiva, permitiendo que el statu
quo sea una forma de vida permanente y romperla seria “no democrático” y
“desestabilizador”. Vale la pena preguntarse también si a estas alturas
la doctrina del shock, escondida tras una democracia, se ha globalizado y hoy
impera el mundo, bajo el manto de una crisis constante que acecha y que
requiere “salvadores” que “restituyan el orden” cada cierto tiempo. La
respuesta está implícita cuando decimos que las democracias actuales se
sustentan en el shock constante de su población.
¿Se ha globalizado el capitalismo del desastre?, sin
duda, nuestro sistema económico lucra con todo tipo de crisis o desastres
(ejemplo de ello es lo sucedido en Irak, el shock de la guerra, tras el cual se
decretaron privatizaciones masivas y la liberalización del mercado).
Vivimos entonces en un mundo donde los sistemas se
imponen a través del shock, lo llamamos democracia y olvidamos que las tragedias por muy distantes que parezcan geográficamente hablando, nos llegaran a todos , porque si el capitalismo del desastre se
ha globalizado, también lo continuaran haciendo las crisis humanitarias que derivan de este,
haciéndose cada vez más insostenibles y tendremos tarde o temprano que hacernos cargo de lo que
por acción u omisión hemos permitido.
BIBLIOGRAFIA
Lange Valdés, C. (2010). La Doctrina del Shock. El
auge del capitalismo del desastre. Revista INVI, 25(70).
Cesar Ojeda. (2001). Francisco Varela y las ciencias
cognitivas. Oct 2001, Scielo
Libro: "La Doctrina del Shock: El Auge del Capitalismo del Desastre", Naomi Klein , 2007
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