martes, 27 de junio de 2017

La Educación, un derecho social

Ignacia Oyarzún
Ingeniería Matemática
Universidad de Santiago de Chile

Desde hace algunos años en Chile la discusión nacional ha sido dominada por los cuestionamientos al Sistema educativo imperante. La educación debe ser una de las principales preocupaciones de la sociedad y sus gobernantes. Su importancia y complejidad están dadas porque la educación es un factor fundamental para el progreso permanente de la sociedad. La educación es un derecho social porque permite resolver problemáticas que están en el seno de la comunidad y le entrega a esta la posibilidad de alcanzar un mayor nivel de bienestar y plenitud, lo que se traduce en desarrollo y felicidad para los pueblos.
Los derechos sociales son catalogados como derechos fundamentales, los que tienen como características ser exigibles al Estado para asegurar que todos tengamos acceso a las mismas condiciones de apoyo para nuestra realización tanto física como psicológica, pues ello haría posible un desarrollo digno e igualitario de la sociedad en su conjunto y, por ende, alcanzar así una sociedad más libre. Por tanto, cuando hablamos de la educación como derecho social, estamos otorgándole al sistema educativo determinadas características fundamentales y, al Estado, extendiéndole la responsabilidad de hacerse cargo de ella.
Chile y su actual Constitución política, declara a la educación como objeto de pleno desarrollo de la persona en las distintas etapas de la vida; sin embargo, hace recaer el derecho y deber de educar a los niños en sus padres, dejando como única preocupación del Estado la protección al ejercicio de este derecho, siendo sólo un ente que entrega financiamiento al sistema gratuito de educación primaria y secundaria hasta los 21 años. Además vemos que dice textualmente “es deber de la comunidad contribuir al desarrollo y perfeccionamiento de la educación” (Constitución política de la República de Chile, 1980), por esta razón es que se supedita este derecho fundamental a la libertad de enseñanza, la cual no tiene otras limitaciones más que las buenas costumbres, pudiendo cualquier persona mayor de 18 años abrir un establecimiento, organizarlo y mantenerlo. Estamos frente a la descripción de un Estado subsidiario y neoliberal, donde el único rol que cumple es garantizar la seguridad y cumplimiento de contratos, mantener y cultivar mercados competitivos, donde ser un ciudadano o un consumidor no merece mayor diferenciación.
Este escenario es el que nos llama a un debate ideológico y económico respecto al rol del Estado, a las garantías, derechos y deberes que este debe entregar a la sociedad. Siguiendo este análisis es que podemos evidenciar la crisis institucional y educativa que vive nuestro país. El movimiento social por la educación compuesto por distintos estamentos, ha puesto en la palestra un debate que intenta responder al por qué la educación es responsabilidad del Estado, el que no tan sólo debe entregar financiamiento para el funcionamiento de los distintas instituciones educacionales, sino que también debe ser un ente regulador, fiscalizador y planificador de esta. Los distintos actores que en los últimos años han convergido en demandas, propuestas y movilización han entendido que los derechos fundamentales deben ir en pos de las necesidades de la sociedad chilena. Sin embargo, hasta ahora tal noción ha sido utilizada únicamente para proteger intereses de minorías económicas y políticas. Dado esto cabe preguntarnos: ¿Cuáles son las necesidades funcionales que tiene actualmente la sociedad chilena? Estas sin duda deben ser muchas, no obstante, el mismo posicionamiento del movimiento social en el último tiempo, da cuenta de una tendencia de lo que las grandes mayorías quieren de Chile: un país pleno, igualitario, sin corrupción, donde el pueblo viva libre, alegre, digno y feliz.                     Keynes, un importante economista del siglo XX, deja sobre la mesa un mal económico del siglo, el que a medida que avancen los años, y si no hacemos nada al respecto, irá en constante crecimiento como lo es la ignorancia. La mejor forma de combatir esta y permitir la libertad de las personas es educándolas, para así permitirles aportar conscientemente a la mejora permanente de la sociedad.
Existe consenso universal en que los derechos fundamentales, por definición, deben ser excluidos del ámbito del mercado. Permitir el lucro en ciertos niveles del sistema educativo y en algunos casos prohibirlo sólo con fondos públicos ­además de no fiscalizar apropiadamente su prohibición­ son acciones que se oponen a la noción del derecho social a la educación. De esta forma, al decir que la educación es un derecho social, planteamos que todos los poderes del Estado se deben centrar en garantizar un conjunto de instituciones que hagan posible lo anterior, de no ser así (como el caso chileno) se estarían formando sub culturas y exclusión social, todos elementos que no sólo atentan contra la calidad educativa, sino que contra los principios democráticos más fundamentales y la libertad misma de las personas.
El sistema educativo debe ser inclusivo, pues es el espacio en donde nos reconocemos como iguales para desarrollar nuestras habilidades, además de cumplir ciertos fines que le son irrenunciables: la integración e inclusión de la comunidad y la formación de ciudadanos libres y autónomos.
Desde una perspectiva de mercado nos encontramos con Adam Smith, quien nos plantea que la forma en que el mercado incrementa la productividad es a través de la especialización del trabajo. Esto se consigue a medida que los trabajadores van desarrollando las habilidades necesarias para ejercer en un puesto específico en la cadena de producción. Esto, sin embargo, da pie para cuestionarn tal especialización, la cual ha significado la precarización de nuestro conocimiento, alejando distintas disciplinas fundamentales para la formación integral de cualquier individuo. La precarización del conocimiento se evidencia en la valoración que se tiene en el aprendizaje de habilidades blandas y distintas artes, haciendolas ver como simples acompañamientos en la formación de los niños, niñas y jóvenes, siendo habilidades claves para el desarrollo integral de cada uno. No es casual que se intente homogenizar las destrezas de las personas, quitando la capacidad creativa de cada uno al formarnos en marcos estandarizados para cumplir labores operativas, esto es más bien funcional a un sistema económico y político que nos enajena a diario.
A lo largo de la historia universal, muchos pueblos en distintos contextos han asumido la tarea de alcanzar la libertad colectiva, la autodeterminación, no ha sido tarea fácil. La principal garantía de desarrollo y libertad que tienen los pueblos es la educación, pero no cualquiera, se necesita una educación al servicio de los países, la que se conseguirá en la medida que el Estado se encargue de ella.
Una sociedad educada íntegramente es crítica, reconoce en el otro a un colaborador y no una competencia. Una sociedad educada combate la desigualdad en miras de alcanzar la felicidad y el bienestar social. El derecho a la educación, si no es para todos, no existe. Si no es desde todos, tampoco. Si el sistema educativo no es capaz de asegurar los fines educativos esenciales, entonces no existe un derecho a la educación. Es por ello que en una sociedad democrática la educación es ­y debe ser­ universal, gratuita y no discriminatoria; debe ser consagrada como un derecho social para todos y todas en igualdad de condiciones, pues se trata de un espacio esencialmente público ­que a diferencia de intereses que puedan tener privados­ se entiende a sí mismo como necesario para el desarrollo integral e igualitario de la sociedad en su conjunto.
Bibliografía:
-Ministerio del Interior. (1980). Constitución política de la República de Chile. Chile: Diario Oficial.
-John Keynes. (1926). Ensayos de persuación. Oxford: Teorías del Estado.
-Gabriel Boric. (2013). Cómo entendemos la educación. 2016, de Cefech Sitio web: www.cefech.cl
Referencias:
-Debate parlamentario 2011-2016
-Propuestas desde el movimiento social:
1.     Mesa ejecutiva. (2011). Compendio de propuestas y demandas. Chile: CoNES.
2.     Mesa ejecutiva. (2013). Tiempos de una nueva educación. Chile: CoNES.




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