jueves, 7 de enero de 2016

Zonas Muertas en el Océano

Zonas Muertas en el Océano
Por: Matheus Lima

Uno de los nombres con los cuales se conoce al globo terrestre es “Planeta Azul”, esto es porque los océanos constituyen más del 70% de la superficie de la Tierra, es un mundo inmenso, común al cotidiano pero al mismo tiempo desconocido, guarda muchos misterios e incertidumbres. Al ojo humano es infinito y sus recursos inagotables, de los cuales muchas, o casi todas, las personas viven de actividades ligadas a él.
Los océanos son una fuente importante de alimentos y empleo ya que utilizados como medio de transporte y comercio. Durante un largo tiempo, no le prestamos mayor atención y consideramos que era normal explotar sin medidas los recursos marinos y contaminar, hoy sabemos que el océano es frágil y sus recursos limitados, distinto como se pensaba en un principio.
El consumo alimenticio de pescados a nivel global ha llegado a disminuir hasta en un 90% de la población de algunas especies como el atún, el bacalao y pez espada. La pesca ilegal o pesca de arrastre de profundidad son dos grandes problemas que aumentan la sobreexplotación del mundo marino. En el último caso, hablamos de una técnica de pesca insostenible muy destructiva: las grandes redes de estos buques arrastran el fondo oceánico destrozando y atrapando todo a su paso. De lo capturado, entre el 30% y el 60% corresponde a especies que se han pescado de forma accidental, las cuales posteriormente son desechadas por no tener valor comercial.
Otro de los factores de riesgo, que están colapsando los océanos es la introducción de contaminantes nocivos que no son habituales en el ecosistema. Algunos de los contaminantes más comunes provenientes de la actividad humana son los plaguicidas, herbicidas, fertilizantes químicos, detergentes, hidrocarburos, aguas residuales, plásticos y otros sólidos. Más del 80% de la contaminación de los mares y océanos proviene de la actividad terrestre humana. Un ejemplo evidente que demuestra la falta de conciencia del hombre hacia los recursos naturales es la isla artificial de basura, conocida como “basurero del pacífico”. Ésta está compuesta por todo lo que se pueda imaginar: boyas, redes de pesca, cepillos de dientes, bombillas, tapas de botellas, objetos procedentes de alcantarillas, principalmente por millones de diminutos trozos de plástico que ocupan un área 3,4 millones de kilómetros cuadrados a tan solo mil kilómetros de distancia del paraíso de natural de Hawaii. Los desperdicios humanos se agrupan en un remolino gigante provocado por la fuerza de la corriente en vórtice del Pacífico Norte. Esto, con la ayuda de los vientos que actúan en la zona, impide que los desechos plásticos se dispersen hacia las costas.
Sin embargo, existen fenómenos que no se encuentran tan alejados de la población, como lo son las llamadas “Zonas Muertas”, áreas en los que los niveles de oxígeno son excesivamente bajos o no tienen suficiente oxígeno para sostener la vida marina.
La causa de esta "hipoxia" (falta de oxígeno) generalmente es la eutrofización, el incremento de los nutrientes químicos en el agua, dando lugar a floraciones de alga, que cuando mueren y se hunden, las bacterias que residen en el fondo del mar descomponen la materia orgánica, un proceso que consume oxígeno. El resultado es una región donde hay escasez de oxígeno, no permitiendo el desarrollo de la vida. Las Zonas Muertas tienen un gran impacto en la vida de organismos acuáticos y pueden incluso destruir ecosistemas enteros. La expansión de estas zonas se atribuye también al cambio climático, el cual incrementa la temperatura del agua, cambia la circulación de los océanos y disminuye la solubilidad del oxígeno en el agua de mar. Al mismo tiempo los pesticidas y fertilizantes de la agricultura y otras actividades humanas lideran el aumento de la llegada del nitrógeno y fósforo al mar, que son el principal factor para el aumento de las poblaciones de algas.
A la larga, esta extensión de las zonas muertas afectará a los humedales, los únicos protectores que sirven como filtro del exceso de contaminación por nutrientes.
Esta contaminación sustenta a la proliferación de algas, lo que elimina aún más oxígeno del agua, generando un círculo vicioso que no tiene fin. Por desgracia estos efectos ya se están registrando en algunas zonas, sin haber alcanzado la predicción en el aumento de temperatura.
Así ocurre ahora mismo, como es el caso de los Sábalos que aparecieron muertos en las costas de Brasil. Esta especie en específico es muy sensible a la falta de oxígeno en el agua, lo cual se da como una hipótesis a lo ocurrido.
Las zonas muertas están en lo más profundo de los océanos, por lo que son “invisibles” en la superficie. Estas inmensas masas sin vida se encuentran principalmente en los océanos, pero también en ríos y lagos. Un estudio de 2008 encontró más de 400 zonas muertas en todo el mundo, incluso en América del Sur, China, Japón, Australia y otros lugares sureste. De las 400 zonas muertas que hay en la Tierra, la mitad presenta el fenómeno de proliferación vegetal, hipoxia, anoxia (agotamiento de oxígeno), y desaparición de la vida marina.
La zona muerta en peor estado está ubicada en el Golfo de México, no lejos de la desembocadura del río Mississippi, es una de las peores en el planeta y se dice que en menos de un año podría alcanzar y hasta superar los 22.000 kilómetros cuadrados.
Afortunadamente, las zonas muertas son reversibles si sus causas son reducidas o eliminadas. Por ejemplo, una enorme zona muerta en el mar Negro desapareció en gran medida en la década de 1990 después de la caída de la Unión Soviética, después de lo cual se produjo un gran aumento del precio de los fertilizantes químicos en toda la región. Y aunque esta situación fue en gran parte involuntaria, científicos, políticos y responsables de Naciones Unidas han aprendido la lección y es por esto que están presionando para reducir las emisiones industriales en áreas de todo el mundo, donde las zonas muertas son un problema.
En resumen, se tiene en conocimiento que para la disminución de las zonas muertas se exige, como mínimo, la reducción de nutrientes disueltos en el agua. Pero los ecosistemas marinos que han sufrido un colapso como este tienen una resistencia debido a que las cuencas hidrográficas que desembocan en el océano tienen gran capacidad de almacenar nutrientes, lo que significa y nos da a entender que disminuir la cantidad de nutrientes en el agua es una tarea a largo plazo.
Otro factor importante que dificulta la recuperación de una zona muerta es la falta de especies en las regiones aledañas que estimulen una cadena alimenticia sostenible.
No basta apenas saber lo que debe ser hecho para arreglar el problema de las zonas muertas, la revitalización de estas áreas sólo será factible cuando los gobiernos y autoridades consideren esta causa como una meta importante y se asuma tal responsabilidad. Pocos casos de recuperación han sido registrados hasta el momento, ya que la reducción de la escorrentía de nutrientes del suelo exige importantes cambios en las prácticas agrícolas y en el tratamiento de aguas residuales. Para disminuir las cargas de nutrientes se deben poner en práctica planes que consideren todo el sistema que lleva la desembocadura de cuencas, para así mantener el nitrógeno y el fósforo en el suelo y lejos del agua.
Se espera que los próximos gobiernos y autoridades propongan disminuir la intensidad de la pesca comercial, a tal punto que permitan que ocurra la recuperación de las poblaciones reducidas de peces. Como también la pesca de arrastre, que destruye las poblaciones de peces, la cual debe ser fiscalizada de forma eficaz para que así nuestro océano pueda regenerarse. Más algas, menos oxígeno. Más temperatura, menos oxígeno.

Bibliografía

Mision Blue (2014). [Película].
Ruiz-Vanoye, J. Cumulos de zonas muertas en el mar. (http://www.revistaciencia.amc.edu.mx/images/revista/66_1/PDF/CUMULOS.pdf)
La Tercera, (29 de junio de 2013). Desiertos en el mar. (http://papeldigital.info/tendencias/2013/06/29/01/paginas/018.pdf)



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