Nos encontramos
frente a un mundo moderno en el que la tecnología y medicina avanzan a pasos
agigantados. Esto ha provocado que en las ultimas décadas la esperanza de vida
en la población haya aumentado. Actualmente existen en el mundo cerca de 900
millones de personas que superan los 60 años de edad. Los ancianos constituyen
una parte creciente de la población total, dado que además del aumento en la
esperanza de vida se está produciendo una disminución en la taza de fertilidad
en la mayoría de los países.
Si bien creemos
que tener una mayor esperanza de vida es algo ventajoso, esta también trae
consigo algunas desventajas al momento de envejecer, siendo un claro ejemplo el
incremento significativo en el numero de personas que sufren demencia senil
como el Alzheimer.
Para aquellos que
desconozcan la definición de demencia senil, esta es la perdida o
debilitamiento progresivo de las facultades mentales debido a la edad o a una
enfermedad, y se caracteriza por trastornos en la memoria, en la capacidad de
razonar y en la conducta. El Alzheimer
es la mas común de las demencias y representa el 50%-75% de todos los casos. Esta
enfermedad destruye las células del cerebro y los nervios, produciendo
interferencias entre los transmisores que llevan los mensajes, en especial en aquellos que son responsables de almacenar los recuerdos.
Desde una mirada
mas subjetiva y personal, diría que el Alzheimer, es al comienzo, “recordar lo
que olvidas”, luego “olvidar lo que recuerdas” y finalmente no es ni una ni la
otra cosa, solo memorias desvencijadas, efímeras, ficticias.
Contextualizando
respecto a la incidencia que tiene la demencia senil, se sabe de cifras
observadas en la actualidad que
evidencian mas de 46,8 millones de personas que padecen de esta enfermedad
alrededor del mundo y se estima que en el año 2015 aparecerán 9,9 millones de
casos nuevos en todo el mundo, uno cada 3 segundos, y según las proyecciones
para el año 2050 esta cifra se verá incrementada a 131,5 millones.
Me siento en
libertad entonces, de decir que estamos frente a una verdadera pandemia de la
que deberíamos temer puesto que todos envejeceremos. Por ello creo que es de
gran importancia preguntarnos ¿que tan preparados estamos para enfrentarnos a
esta enfermedad?
Se estima que a
partir de los 65 años se empiezan a evidenciar los síntomas de esta enfermedad.
En América del sur la mayor cantidad de personas que sufren de demencia senil
diagnosticada se observan en los grupos etarios que van de los 75 a 80 años.
Hasta el momento
nuestra sociedad no está bien instruida en el tema y por ello la mayoría
desconoce como detectar los primeros síntomas, que según creo, son de gran
importancia a la hora de evitar que la enfermedad se desencadene de una forma
abrupta y poder controlarla del modo mas apacible que se pueda para así
asegurar una mejor calidad de vida tanto en la persona que padece de demencia,
como en las personas habitualmente familiares que las cuidan.
Para
reaccionar a tiempo debemos estar atentos y prestar atención a síntomas que
representan claros indicios de la enfermedad, como pérdida
momentánea de memoria, desorientación, pérdida del control físico, inestabilidad
emocional y depresión.
Cuando un especialista de la
geriatría (área de la medicina que se ocupa de las enfermedades propias de la
vejez) a diagnosticado a un paciente, entonces ya no existe vuelta atrás y hay
que prepararse para los nuevos cambios que la persona comenzará a experimentar
y de los efectos para su entorno.
Las tres etapas características que
muestra el desarrollo de una demencia, son la demencia leve, durante la cual la
persona nota deterioro en su memoria, en especial relacionada con
acontecimientos recientes. Le puede resultar difícil concentrarse, pensar con
fluidez y tomar decisiones. Se sienten desconcertados, inquietos y tristes.
Están mas irritados y se ponen a la defensiva cuando se sienten atacados.
Luego tenemos la demencia moderada
donde la persona sufre de perdida de memoria grave, conservan solo recuerdos
antiguos, no recuerdan acontecimientos reciente o los olvidan rápidamente.
Desarrollan creencias de sucesos falsos.
Por ultimo observamos al demencia
grave donde la persona sufre una perdida completa de la memoria, no reconoce a
sus familiares mas cercanos. Tienen dificultades para hablar, pueden permanecer
inactivos o a veces son verbal o físicamente agresivos, no pueden controlar sus
movimientos físicos y pueden sufrir de incontinencia. En este ultimo caso, la
persona depende totalmente de alguien que puede ser un familiar o una persona
capacitada para cuidar ancianos. En la mayoría de los casos donde un familiar
es el encargado, este se ve afectado tanto física como psicológicamente al
punto de suprimir su personalidad, sufrir de depresión y angustia, lo que lo obliga
finalmente a dejar al enfermo a disposición de un cuidador especializado. En el caso de no contar con el dinero para pagar
servicios especiales existen centros especializados, como asilos, donde acogen
a personas que sufren de demencias. Se podría decir que gran parte de ellos no
cumplen con las condiciones adecuadas, y pueden tener problemas de higiene, requerimientos
de las necesidades medicas no cubiertas
y cuidadores o “ especialistas” sin la formación y la paciencia que se requiere.
Creo que hasta el momento no estamos
preparados para enfrentarnos a esta pandemia que nos acecha, pues una suma
negativa de hechos nos muestra que la renta que reciben los adultos mayores no
cubre el costo de los remedios que requieren los tratamientos, las demencias no
están cubiertas por el auge y los sistemas de asistencia medicas que existen no
prestan ayuda a personas que sufren de demencia senil ni a sus familias
cuidadores y donde existe es muy limitada y sectorizada.
En resumen, en nuestro país la
demencia senil no está considerada como una prioridad sanitaria, por lo cual
existen pocos o nulos fondos predestinados a tratamientos para la demencia .
Nuestra población envejece de una
forma acelerada y la esperanza de vida es mayor. Tarde o temprano nuestro cabello se decolorará, nuestra
piel perderá su elasticidad y de apoco comenzaremos a perder vitalidad y
no se percibe que en el corto tiempo la demencia senil sea preocupación de
salud publica. Es de extrema
importancia entonces, tomar cartas sobre el asunto emplazando a que esta
enfermedad sea reconocida por sus impactos tanto en numero como en efectos y se
transforme en una prioridad urgente que permita que el envejecimiento sea un
proceso que ocurra con dignidad.
por Camila Guerrero.
Bibliografía: Alzheimer’s Disease
International(ADI),Londres. Recuperado el 27 de Diciembre de 2015 en http://www.alz.co.uk/research/world-report-2015
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