La felicidad es una actitud y no una meta
Por María José Ibarra Soto
No
es fácil vivir en Chile: somos un país blanco de innumerables fenómenos
sísmicos y climáticos, sujeto a una abrumadora fuerza laboral dedicada a
servicios, que nos dotan de una rutina extensa y extremadamente inflexible.
Somos, televisiva y digitalmente, una sociedad híper reactiva, enjuiciadora y
tremendamente desconfiada, que de manera casi increíble, en la medición de
bienestar elaborada por la encuesta Casen, muestra un incremento en su nivel de
felicidad.
¿Qué
hace que un país tras vivir un año crítico, sometido a desastres naturales,
aumento del desempleo, desconfianza política e inestabilidad social, sea
comparativamente más feliz que antes?, tal parece que la felicidad no proviene
de una generalización nacional, sino más bien, un “producto” de la intimidad.
La
medición formal del “bienestar” a nivel global está encabezada por la ONG
británica The New Economics Foundation, que en el año 2008 señaló a Bután (un pequeño reino de 730 mil
habitantes) como el país más feliz del mundo.
En
él, las condiciones de vida son muy lejanas al ideal occidental de felicidad
basada en el materialismo, por el contrario, una postal típica del país
responde a una sociedad austera y rústica, carente de grandes avances
tecnológicos, pero con un inquebrantable sistema autosustentable (donde no
dependen del sistema de importaciones ni están sujetos a la economía de escala)
y sus valores fundamentales son el respeto a la naturaleza y a la cultura
originaria.
En
comparación, la preocupación por la felicidad de la población chilena comenzó a
gestarse en el año 2004, donde un aumento exponencial de las licencias médicas
asignadas por problemas de salud mental (como depresión, estrés y trastornos de
ansiedad), comenzó a tener repercusiones económicas, motivando las primeras
políticas de estado durante el gobierno de Ricardo Lagos.
En
ellas, se expresó la necesidad de medir las percepción de la vida más allá de
los parámetros económicos, educacionales y sociales, producto de lo cual, desde
el año 2008 la encuesta Casen incorpora el “bienestar” en su evaluación, donde
la subjetividad del concepto es lo más bello de analizar.
Todos
hemos experimentado la felicidad y sabemos que no es una película de larga
duración, a veces es una escena, un capítulo o un instante de plenitud, que en
nuestra cultura queda plasmada en el himno de Violeta Parra llamado “Gracias a
la vida”, donde una mujer, dueña de nada más y nada menos que su cuerpo, nos
enseña que la felicidad no proviene de tener lo quieres, sino, de apreciar lo
que tienes.
Es
importante destacar que mientras las innovaciones tecnológicas y relacionadas a
la apariencia, redes sociales, deportes de alta convocatoria y “lujo” poseen
una frontera invisible, y se acoplan de manera casi inmediata a los
adolescentes y adultos jóvenes del país, el camino a la espiritualidad y la
elevación intelectual ha tenido un viaje mucho más lento, donde poco a poco el
chileno resiste el placer de una moda pasajera y se dedica a forjar una
investigación autodidacta de hábitos saludables y espiritualidad, por ejemplo,
relacionados a alimentación saludable, deporte, terapias naturales,
homeopáticas y disciplinas como el feng shui, el yoga, y la sensoterapia.
Pese
a la infinidad de metodologías, ellas poseen un punto en común: no somos seres
divididos en una parte física y espiritual, no somos seres desconectados de la
naturaleza, por el contrario, somos seres integrales, formamos parte de ella, y
existe la necesidad de alejar las corrientes de pensamiento que nos llevan al
futuro, para lograr así, conectarnos con la sensación presente, la calma y la
perfección del “ahora”.
Todo
lo investigado da a entender que la felicidad es una actitud: un estado que
se origina en la reflexión profunda y la decisión de apartar los problemas
cotidianos, hasta mirar la vida en su complejidad y grandeza con ojos de
aprendiz.
Así
ella no depende de grandes logros, ni objetos tangibles, sino de detalles tan
pequeños como apreciar la luz del sol, pasar momentos con la familia o comer tu
plato favorito.
Afortunadamente,
los chilenos comenzamos a entender esto, y de manera gradual,
comenzaremos a regalar tiempo a otros, a ser más pacientes y generosos.
¿Qué estás esperando para ser feliz
ahora?
Bibliografía
- Revista Paula, Editorial Copesa, edición n°1189
- Ottone, Ernesto. Columna ”Esa absurda obsesión”, revista “Ya”, diario El Mercurio, 24 de Noviembre de 2015.
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