miércoles, 15 de noviembre de 2017

Una sociedad en busca de lo eternamente hermoso, lo eternamente verdadero y lo eternamente bueno.
-Leopoldo Miqueles Carrasco.

Dada la cosmovisión de cada persona, a lo largo de los años vamos adquiriendo
costumbres y ritos que nos marcan no tan sólo como sociedad sino que como individuos.
Natural es que, como seres pensantes nos aferremos a verdades, o algunos hechos que representen una continuidad en el tiempo, sin embargo, ¿Existen tales hechos?
¿Podemos creer que algo es eternamente hermoso, verdadero o bueno?

En lo que a nosotros respecta, podemos encontrar factores inalterables por un lado, los cuales perduran y no son cuestionables, como lo admitiría Sócrates en la antigua Grecia en su estudio de lo eterno. Un ejemplo de éstos factores inalterables es la razón, la cual  según él mismo, es única y una característica de nosotros los humanos, que nos define y nos separa de la vana existencia en relación a otras especies.

Sin embargo, de la misma escuela de Sócrates (en realidad, su mayor discípulo) Platón se interesa más en el estudio de lo que fluye, lo indudablemente cambiante. Y es aquí donde mi atención se centra, ya que en vista de la situación actual, vemos como todo acto humano tiene por consiguiente una razón de carácter moral, lo cual resta importancia a lo eterno en cuanto a lo natural de nuestro actuar.

Empíricamente, hoy en día para mi está claro que nada es inmutable, pues por largos años la ciencia ha evolucionado, derribando mitos propios y diferenciando conceptos que antes se creían imposibles o hasta prohibidos, tal como el caso
de Nicolás Copérnico, quien  fue perseguido y condenado por afirmar una  nueva teoría relacionada al movimiento de la tierra respecto al sol. Y es que en efecto, la norma social o la comunidad conservadora tienden a llevarnos a creer que hay acciones que representan bondad o maldad en su concepto, lo que sugestiona y modifica de alguna manera nuestro concepto de moral y de lo que es correcto o no.
Incorrecto me resulta también conceder el rango de inalterable al concepto de belleza, ya que si bien, en la antigua Grecia se tenía un concepto definido de ésta, mientras transcurren las épocas nos damos cuenta que la belleza es absolutamente subjetiva, y que no sólo depende del individuo sino que en su mayoría del entorno.
Últimamente, y relacionado también con la moral que implica el catalogar algo como inalterable, está la eterna justicia, que para el mismo Sócrates se define como la preservación del bien común. Al estar el término “bien” relacionado, volvemos a la esencia del concepto de una bondad absoluta, la cual según él mismo debía ser promovida por el estado, como ente de seguridad para el pueblo, sin embargo en la realidad actual sabemos que el Estado no siempre es capaz de generar medidas de protección, y en algunos casos es incluso responsable por la vulneración de algunos de los derechos asociados a la vida en sociedad, por lo que podríamos inmediatamente descartar una idea de “justicia eterna”.
Al cuestionar lo eterno respecto a ámbitos sociales, no solamente estamos planteando una perspectiva distinta a la que se nos ha sido inculcada, sino que además hacemos un llamado a cuestionar lo establecido, pues estos factores no han sido más que el producto de una evolución de las civilizaciones, sin embargo, nadie afirma que esta “evolución”  es realmente positiva, o en otros términos buena o justa, ya que muchos ámbitos de la vida social de hoy en día muestran la peor cara de nuestra autodenominada raza superior, lo que nos dice que, las bases en las cuales sentamos nuestros comportamientos o elecciones, podrían ser falsas o discontinuas a lo largo del tiempo, y nos hace pensar si en realidad el conocimiento que hoy en dia consideramos cierto o indiscutible, lo será dentro de 500, 100 o 20 años en adelante. Somos sólo contribuyentes a la búsqueda de una verdad absoluta, sin embargo nuestra existencia termina solamente aportando a conocimientos de los cuales nunca tendremos certeza.
Bibliografía:
- El mundo de Sofía (1991), Jostein Gaarder.




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