miércoles, 8 de enero de 2020

“LA DIVERSIFICADA IDENTIDAD CHILENA”.

Carlos Palma Uribe, Ingeniería Estadística

Según una investigación cuantitativa del año 2006, sobre la identidad de los chilenos (respecto de la visión santiaguina), realizada por el Centro de Estudios de Opinión Ciudadana de la Universidad de Talca, un 70%  de los entrevistados cree que Chile sí es un país con identidad propia, mientras que el otro 29% considera que no lo es.
¿Por qué sucede esto? ¿Por qué una parte de nuestra población capitalina cree que no tenemos identidad propia, que no tenemos identidad nacional? ¿Dónde quedan nuestros emblemas patrios que nos caracterizan? ¿Dónde dejamos el copihue? ¿Dónde queda la cueca, el vino y la empanada?.
Antes de comenzar me gustaría aclarar qué es la identidad y de qué tipo de identidad estamos hablando. La identidad es por definición de la Real Academia Española (2018) un conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás. Podemos encontrar dos tipos de identidad: una identidad personal; que concierne al individuo, a la persona como uno, y una colectiva; que hace referencia a un colectivo, es decir, se conforma a través de una agrupación de individuos que encuentran similitudes en sus identidades personales. De esta última podemos desprender la identidad nacional, que corresponde a la cual aludiremos durante el transcurso de este ensayo.
La identidad nacional, a nivel colectivo, es una condición social, cultural y espacial que se define como los “elementos característicos de una nación, con los que sus habitantes se identifican, diferenciándose así de otras naciones, sea esta por haber nacido en tal territorio, por formar parte de una comunidad o por sentir lazos de pertenencia con las costumbres y tradiciones de tal nación”. (EcuRed, 2018) 
Un ejemplo de aquello es que nosotros como chilenos, rindamos tributo a nuestros emblemas patrios, como lo son el himno, el escudo y la bandera, como también a lo nombrado anteriormente, nuestra flor nacional, nuestro baile típico, el destilado que más unidades exportamos y esa masa que rellenamos generalmente con carne, cebolla, huevo y aceituna, y que tanto disfrutamos comer en fiestas patrias. Ya que estos son y corresponden a una identidad chilena actual, podemos plantear y afirmar que los chilenos sí tenemos una identidad nacional, sin embargo, personalmente sostengo que esta identidad presenta diferentes formas, es decir, la identidad chilena es totalmente diversa.  
Esta diversidad desemboca en la formación de nuestra identidad, en el entorno del cual somos parte y desarrollamos la identidad, y en la participación de cada individuo que forma parte de la nación.
La identidad y su formación.
Para entender las identidades ya sea, a nivel mundial como nacional, debemos relacionar a éstas el concepto de formación y dinamismo. Con el primer concepto queremos hacer referencia al cómo, a la manera en que la identidad se ha ido construyendo hasta alcanzar su punto actual, a esta formación solemos adherirle, en la mayor parte de los casos, la influencia de la historia de dicha nación. Por otro lado hago referencia al dinamismo entendiéndolo como todo aquello que está en movimiento y sujeto a cambios, por lo tanto, para entender la identidad chilena debemos relacionar su formación y su punto actual con el cambio que pueda sufrir.
Un factor determinante en nuestra formación como identidad es la conquista y la colonia, ocurrida entre los siglos XV, XVI y XVII. Que queda claramente ejemplificada al situarnos en el conocido conflicto entre mapuches y españoles: La Guerra De Arauco. Conflicto que se prolongó desde los inicios de la conquista, período que catalogamos como el encuentro entre dos mundos, y durante la colonia, período que catalogamos como el asentamiento de los españoles en el territorio. A grandes rasgos este conflicto consistió en la resistencia del pueblo mapuche a la conquista de los españoles, con todo lo que ello implicaba, como la negación a que estos últimos tomarán e hicieran de su pertenencia territorios habitados por mapuches como también su posible autoridad en la tribu, lo que llevó a la instalación de una frontera en el río Biobío, donde los mapuches estaban instalados al sur de este y los españoles en el norte con la incapacidad de seguir avanzando en territorio mapuche.
Esta frontera a pesar de que comenzó siendo un mecanismo de defensa, terminó siendo una gran instancia para que estos dos mundos antes desconocidos comenzaran a relacionarse, comercial, social y políticamente.
En el paso de los años esto desencadenó un mestizaje y sincretismo cultural que tiene repercusiones aún en la actualidad, en hechos tan comunes como por ejemplo: que un compañero de curso tenga de apellidos Pérez y Namuncura (entendiendo que Pérez es un apellido español y Namuncura mapuche), como también en la comida que ingerimos (empanadas), y en la forma en la que festejamos (ramadas) nuestra independencia, y que se explica claramente a continuación:
                    “La empanada viene de España sin embargo hoy es un fuerte recuerdo de nuestra independencia de España. La ramada es un claro derivado del Nguillatún mapuche, y a su vez representó una nueva nación que estaba tratando de “olvidar” la presencia de una población indígena.” (Holahan D. 2002). 
Esto nos lleva a la reflexión de que aquello que consideramos tan propio, tan característico de nuestra identidad lo hemos adoptado gracias a quienes llegaron a conquistar nuestro territorio, y de aquellos que ya se encontraban aquí, con esto llegamos a la conclusión de que es fundamental para construir una identidad colectiva una base de la cual comenzar a formar, base que nos conducirá por distintos caminos, caminos en los cuales podremos encontrarnos con otros factores que se sumarán, ocasionando el dinamismo, pero que al final, estos factores sumados unos con otros van a confluirse en la formación de una identidad diversa.

Territorio y biodiversidad.
Hemos hablado de territorio como eso que está ahí a nuestra disposición y donde llegan y se asientan personas, pero ¿Es importante el territorio para el desarrollo de una identidad nacional? ¿Es relevante el continente para el desarrollo de la identidad? La verdad es que sí, debido a que un territorio (continente, país) es el primer paso para lograr construir una nación y de esta hacer surgir posteriormente una identidad colectiva.
Un ejemplo claro es que nuestra identidad parte del sentimiento americanista, que a grandes rasgos es la unión entre los países o en ese entonces habitantes del continente, sentimiento americanista que estuvo presente en todo el continente antes de la independencia de muchos países de estos, independencias que cuando ya se lograron dejaron este sentimiento e identidad fragmentada a nivel nacional, al territorio que se tenía y en ese momento es cuando la identidad comenzó a orientarse al sentimiento nacionalista, que ha ido aumentando o disminuyendo.
Llevado a la realidad chilena el hecho de que nuestro país sea largo y angosto, el hecho de que esté rodeado de cordillera por un lado, y mar por otro, nos proporciona un sentimiento de nula escapatoria, de encierro, nos proporciona el pensamiento de  que estamos restringidos a un espacio.
Este sentimiento y pensamiento de limitación también conlleva a que la población poco a poco se condicione en muchos ámbitos de su vida, uno de ellos es que no mire más allá de las cosas, condición muy propia chilena, ya que los y las chilenas nos acostumbramos a que nos entreguen todo listo, como se dice coloquialmente ‘todo en bandeja’, nos acostumbramos a no esforzarnos por lo que queremos, ya que otro tiene que hacer eso por mi, lo que nos lleva a ser categorizados como flojos pero es que así nos hemos delimitados nosotros mismos.
Esta limitación que como digo se refleja en muchos ámbitos también es evidente en el aspecto de cuáles serán los emblemas o características con las que queremos ser distinguidos fuera del territorio. Para ejemplificar podemos tomar el hecho que Chile posee una gran variedad de flora y fauna, sin embargo, para ser representados en el extranjero solo los limitamos a hacer conocidos los animales del escudo nacional, el cóndor y el huemul y en la flora sólo nos limitamos a resaltar al lindo copihue, que sí es característico de nuestra identidad nacional pero en su lugar podría encontrarse la también especie endémica, el prosopis tamarugo, conocido como ‘El tamarugo’, “que corresponde a un árbol que habita en el norte de nuestro país y se caracteriza por crecer en ambientes desérticos característicos de la zona”. (Sin autor, 2018). 
                    “Y yo estoy por que ahora luzcamos otras cosas que también tenemos, pero en las cuales no hemos hecho hincapié”. (Mistral G. 1957).  
Así deja en evidencia, la primera mujer iberoamericana en recibir el premio nobel de literatura, el problema de la limitación y/o restricción en la que está sumida la identidad chilena, y la cual invita a derribar.
Todo esto nos acerca a la conclusión de que el territorio y su biodiversidad sí influyen en la identidad nacional, y debido a la diversidad que tanto territorio como especies vegetales y animales poseen, apoyan la tesis de que esta sea ampliamente diversa.
Individuo y nación.
Por último creo necesario plantear el tema de la relación existente entre el individuo y la nación en el contexto de la identidad. Esta relación se basa en una primera instancia de “la necesidad que tiene el sujeto por percibirse como una totalidad y en el poder categorizarse como ‘ser el mismo’, y en una segunda instancia en que su totalidad sea reconocida en el contexto social”, dicho de otro modo, para que el individuo se sienta parte de una sociedad, de una nación y de su identidad, primero necesita sentirse como una completa unidad, que pronto se integrará al colectivo como un factor predominante.
Este rol predominante que tomará el individuo se basará en que tiene la capacidad de modificar la identidad nacional, en el sentido que no todos los seres se identifican con lo mismo, y en el sentido de que si una masa de personas siguen una tendencia, con la cual se sienten identificados, y ésta tendencia prevalece a lo largo de los años lo más probable es que ésta comience a ser parte de la identidad de aquel territorio.
Por otro lado, el individuo tiene la capacidad de fortalecer o menospreciar la identidad, lo que ocurre dependiendo de cuán identificada se sienta la persona con el colectivo. De este punto nace el hecho de que los estados intenten inculcarnos personajes heroicos por los cuales despertaremos fascinación y/o admiración. Un ejemplo es la figura de Arturo Prat Chacón quien fue un marino, militar y abogado chileno a quien le reconocemos su participación en el combate naval de Iquique pero que podríamos poner en duda su discurso totalmente heroico en mitad del combate marítimo, discurso que tiene la posibilidad de haber sido obra del estado para despertar el entusiasmo por la milicia, y despertar en el individuo el “sentido de pertenencia mediante la faceta del yo, que lo liga (o no) a otros individuos”. (Hoyos O., Padilla M. y Lara L. 2013)
Debido a lo planteado en este argumento podemos afirmar que la identidad nacional es diversa ya que depende de la relación de pertenencia que se produzca entre el individuo y la nación, y la complejidad de esta conexión reside en que no todos los seres humanos tienen un pensamiento común, pero sí pueden alcanzar unanimidad al momento de hablar de identidad.
En conclusión, la condición social, cultural y espacial que definimos como identidad nacional es posible alcanzarla mediante su base y la forma en que se construye, el territorio que concierne y la relación fundamental y decisiva entre individuo y nación. Estos aspectos, como ya planteamos, nos ayudan a alcanzar la identidad colectiva, pero a su paso generando dos conceptos que no podremos anular, como lo son: en primer lugar el dinamismo, ya que las identidades tanto personales como colectivas siempre podrán estar sujetas a cambios. Y en un segundo, pero no menos importante e incluso fundamental concepto, la diversidad, que siempre, a pesar de las posibles limitaciones, estará presente en nuestra identidad. 
A raíz de esta conclusión podemos plantearnos nuevas interrogantes a nivel personal como por ejemplo, si ¿se ha puesto ha pensar sobre la identidad que considera que tiene su nación? ¿Se ha cuestionado la identidad colectiva a la que pertenece? A través de este ensayo espero que pueda comenzar con sus reflexiones. 



 Referencias bibliográficas:

  1. Real Academia Española. (2018). Identidad. En Diccionario de la lengua española ( 23.ª ed.). Recuperado de  http://dle.rae.es/?id=KtmKMfe el 12 de septiembre.

  1. EcuRed conocimientos con todos y para todos (2018). Identidad nacional. Recuperado de: https://www.ecured.cu/Identidad_nacional el 12 de septiembre.   
  1. Holahan D. (Invierno 2002). Ramadas y empanadas: La comida como metáfora identitaria en el 18 de septiembre. Cyber Humanitatis Nº23. Recuperado de : https://web.uchile.cl/vignette/cyberhumanitatis/CDA/texto_simple2/0,1255,SCID%253D3534%2526ISID%253D258,00.html el 12 de septiembre.

  1. Sin autor. (29 de junio de 2013). El tamarugo. Especies Chilenas. Recuperado de http://especieschilenas.blogspot.com/2013/06/el-tamarugo-prosopis-tamarugo.html el 12 de septiembre.

  1. Hoyos O., Padilla M. y Lara L. (2013). La sociedad y el yo en la construcción de la identidad nacional. Recuperado de https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1174/021093913805403066?journalCode=redp20 el 12 de septiembre.


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