Alan
Vivar Yancas – Ingeniería Estadística
¿Están debidamente justificadas
aquellas creencias que formamos sobre la base del método inductivo? ¿Qué
sostendría Hume al respecto?
En
el presente ensayo abordaré el problema de la inducción en David Hume, para
esto primero describiré cual es aquel problema, es decir, el conflicto que ve
el filósofo acerca de nuestras creencias de hecho y sobre el futuro, como es
que nosotros formulamos creencias de lo no observado a partir de lo observado.
En segundo lugar expondré una interpretación de Hume con respecto a este
tópico, la posición escéptica.
El problema de la inducción
Es
relevante dar cuenta que para Hume lo importante no son tanto nuestras
creencias de tipo deductiva, es decir, aquellas que provienen solo de
actividades mentales internas, las cuales para poder realizar no es necesario
recurrir a la experiencia, sino, que para él lo importante en el ámbito de la
epistemología son nuestras creencias de hecho, estas son las que surgen a
partir de la experiencia sensible, esto es, aquellas creencias que surgen a
partir de nuestros sentidos. Esto pone ya de relieve que para el filósofo
anglosajón lo importante en el ámbito de la epistemología no son nuestros
razonamientos abstractos sino más bien aquellos que provienen del contacto con
las cosas concretas.
Dada
la posición anteriormente expuesta lo que preocupa a Hume es ¿cuál es nuestra
certeza acerca de la naturaleza de nuestras creencias con respecto al futuro y
lo no observado, y por ende creer que hay algo en un futuro que no es
observable? Esta preocupación acerca de cuál es la justificación que tenemos
para creer que nuestras experiencias fundadas en un pasado recordado y un
presente observable nos dan seguridad acerca de un futuro no observado y por ende
incapaz de generar un recuerdo.
Para
poder explicar mejor lo anteriormente escrito, es importante tener en cuenta la
diferencia sustancial que hay entre las inferencias de tipo deductiva que están
regidas de forma estricta por la necesidad de justificación según las leyes de
la lógica, donde prima de manera fundamental el principio de no contradicción
para que la inferencia o conclusión tenga validez, en contrapartida con esto
están las inferencias de hecho, las cuales no se rigen según las leyes de la
lógica, sino según la causalidad, esto provoca que la deducción lógica de un evento de tipo A
tendrá como implicación un evento de tipo B y esto pueda ser negado, es decir,
que puede tener como efecto que su contrario sea factible, esto nos da a
entender que en las inferencias de hecho la contradicción es posible y pensable
sin caer en una incoherencia o contradicción.
Para
continuar con este punto hay que tener en cuenta que, las inferencias deductivas
tienen como principio: que al afirmar la premisa i y la premisa ii se tiene que
afirmar necesariamente la conclusión que se desprenda de ella, pero en las
inferencias de hecho no es así, ya que se pueden dar casos en donde la
afirmación de las premisas pueda llevar perfectamente a una negación en la
conclusión, como por ejemplo:
Inferencia deductiva Inferencia de hecho
(i)
O es de noche o es de día (i) Hay una piedra golpeando
un vidrio
(ii)
No es de noche (ii) Por ende, la piedra romperá
el vidrio
(iii)
Por lo tanto es de día
Como
se puede apreciar la primera inferencia no puede negar su conclusión, pero la
segunda si, ya que es perfectamente posible que suceda que la piedra no rompa el
vidrio al golpearlo. Esto genera que nuestras inferencias acerca del futuro y
lo no observado sean completamente
frágiles a la hora de poder hacer pronósticos, ante esto Hume responde que la
causalidad natural (aquella que nos hace proyectar el futuro a partir de
percepciones presentes en la mente), es la que nos permite proyectarnos hacia
el futuro basados fundamentalmente en un criterio de semejanza, esto quiere
decir, que a partir de una conjunción de hechos similares y constantes en el
pasado se puede hacer una proyección confiable acerca del futuro no observado,
solo las percepciones que en el presente se hacen similares a percepciones
mentales del pasado hace que se pueda proyectar el futuro.
A
partir de lo anteriormente dicho cabe decir que para Hume el ejemplo de la
inferencia de hecho no es suficiente para exponer el problema de las
inferencias inductivas, ya que el hecho de afirmar la premisa (i) y negar la
premisa (ii) no genera contradicción lógica alguna, ahora, para resolver este
problema parecería necesario solamente agregar una nueva premisa que dé cuenta
de las expectativas del futuro ligadas a la conjunción de las experiencias del
pasado, que hacen inferir que se volverán a repetir debido a su semejanza. Así haría
que el argumento anteriormente expuesto se transforme en uno de tipo
lógico-deductivo, este argumento seria: (iii) si hay un evento de tipo A,
entonces ocurrirá un evento del tipo B, lo que sumado a las dos premisas
anteriores harían un argumento de tipo Modus Ponens. De este modo parecería
resuelto el asunto de la inductividad, ya que con la nueva premisa se puede
pensar que el problema está resuelto a priori, pero en contradicción con esto
Hume afirma que no es así ya que el argumento (iii) para ser pensado se
necesita la experiencia, es decir, no es a priori y por ende su pretensión de deductividad
queda desarticulada.
Desde
aquí se puede comenzar a comprender de manera más acabada el problema de la
inducción en Hume, ya que la premisa (iii) que es aquella que da paso a las
premisas (i) y (ii), solo es posible mediante la conjunción constante de
experiencias semejantes en el pasado, lo que haría introducir una nueva premisa
que sería: (iv) los eventos del pasado de tipo A, siempre han sido seguidos de
eventos del tipo B. Pero como
anteriormente se expuso, nada nos dice que por el hecho que en el pasado haya conjunción
de eventos semejantes, esto ocurrirá de la misma forma en el futuro, lo que nuevamente
desmantela la pretensión de deductividad del principio de inducción. Lo que
provoca que Hume introduzca una nueva premisa la cual denomina el “principio de
inducción” el cual se formula la premisa: (v) el futuro se asemejará al pasado.
Indicado
el principio de inducción cabe preguntarse ¿Cuál es su estatuto epistémico?, En
primer lugar Hume descarta que este argumento pueda ser de índole demostrativa
intuitiva, debido a que su negación no implica contradicción alguna, puesto que
no tiene que ver con la ilación de ideas, sino, al ámbito empírico de las
cuestiones de hecho, donde siempre es pensable el contrario sin caer en
contradicción lógica. Otra razón que da el filósofo para negar el principio de
inducción es que dar una justificación por la vía de la probabilidad no es posible,
ya que este principio no puede ser justificado experiencialmente si no se asume
antes que es verdadero, es decir, razonaríamos de forma circular ya que
trataríamos de justificar la inducción utilizando la inducción misma. Este es
el núcleo del problema de la inducción en David Hume.
Interpretación
escéptica
Según
lo anteriormente expuesto la propuesta epistemológica de Hume ha sido
considerada como escéptica, debido a que pone en duda los tópicos centrales de
la teoría del conocimiento como: la objetividad de la necesidad causal, la
existencia de cuerpos continuos y
distintos, y el yo sustancial. Esto se sostiene también con una cita que se
encuentra al comienzo del tratado donde señala:
“…la filosofía contenida en este libro es muy
escéptica, y tiende a darnos una noción
de las imperfecciones y estrechos límites del entendimiento humano. Ahí se
reduce casi todo razonamiento a la experiencia, de modo que la creencia que
sigue a la experiencia se explica como no siendo otra cosa que un sentimiento
peculiar, o bien, una concepción vigorosa producida por el hábito… Insiste
nuestro autor sobre otros diversos tópicos escépticos; y, en conjunto, concluye
que prestamos crédito a nuestras facultades y empleamos nuestra razón solamente
porque no podemos evitarlo. Si la naturaleza no fuese demasiado fuerte al
respecto, la filosofía nos haría radicalmente Pirronianos.” (Hume, Tratado de la Naturaleza
Humana, 1998)
Según
este texto y lo anteriormente dicho se puede sacar como primera conclusión que
todo razonamiento se reduce a la experiencia, esto se puede afirmar de manera
consistente, debido a que Hume pone todo su énfasis en la evaluación filosófica
de las inferencias que surgen a partir de las cuestiones de hecho, dejando de
lado todo tipo de conclusión que sea inferencial o demostrativa propio del
álgebra en la matemática, esto quiere decir que la mayor parte de nuestras
creencias surgen a partir no de la comparación de ideas, sino que a partir de
la relación de causalidad que entendemos como una relación de tipo natural en
la experiencia; y como parece no haber razón alguna que justifique nuestras
inferencias de hecho, el techo epistémico de estas quedan totalmente
desarticulado, llevando así inevitablemente al escepticismo.
“…todo razonamiento probable no es
otra cosa que una especie de sensación. No sólo en música y poesía debemos
seguir nuestros gustos y sentimientos, sino también en filosofía. Si estoy
convencido de un principio cualquiera, es solamente una idea lo que me afecta
con mayor intensidad. Cuando prefiero un conjunto de argumentos a otro, mi
decisión no depende más que de mi sentimiento de su mayor influencia.” (Hume, Tratado de la Naturaleza
Humana, 1998)
En
segundo lugar podemos decir que para Hume la creencia que surge a partir de la
experiencia, es una concepción vivida del sentimiento peculiar que nace del
hábito o la costumbre, lo que genera que la única diferencia sustantiva entre
una creencia y cualquier otro tipo de idea, es que esta pueda producirse a
partir de la imaginación. No está fundamentada en el contenido ni en los
elementos que contenga, sino, en el modo que tenemos para concebirla. Esto
traería como consecuencia que el hecho que adoptemos una creencia en lugar de
otra, no está basada en su fundamentación epistémica, que daría por ende una
base racional para poder sustentarla, sino que estaría ligada al modo en el
cual concebimos esa idea, es decir que estaría sustentada por el ámbito de la
sensación o sentimiento que nos produce.
En
conclusión y en respuesta a las preguntas iniciales podemos decir que las
creencias e ideas hacia situaciones futuras no pueden ser fundamentadas
necesariamente bajo el método de inducción, ya que entenderíamos el futuro
estrictamente respecto a situaciones del pasado. Ejemplos como en ámbitos de la
economía, meteorología nos hablan claramente en relación a este hecho: no se
puede pretender que el futuro sea proyectado en relación a situaciones del
pasado. En contrario, matemáticos y algebristas se toman del método inductivo
para construir sus teorías.
Bibliografía
-
Hume, D. (1998) Tratado de la naturaleza humana, Duque, F. (trad.). Madrid:
Tecnos.
- Hume, D. (1997)
Investigación sobre el conocimiento humano, De Salas Ortueta, J.
(trad.). Madrid: Alianza.
-
Pereira, F. (manuscrito publicado). “Hume y el estatuto epistémico de las
creencias inductivas”
-
Locke, J (1690) “El Ensayo sobre el entendimiento humano”
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