lunes, 3 de septiembre de 2018

El Monomito

Simón Sánchez Antonucci
Ingeniería Estadística
03/09/18
  El Monomito es una teoría desarrollada por el ya fallecido profesor estadounidense de mitología comparada Joseph Campbell. Esta otorga a las narraciones tradicionales y grandes comsmologías teológicas y mitológicas de las culturas de todo el mundo una serie de referencias comunes con las cuales es posible identificar un patrón común, utilizando para esto la teoría del inconsciente colectivo del psicólogo Carl Jung.
    El esquema del Monomito puede entenderse de manera resumida en mitos como el de Moisés o el de Prometeo. El héroe se interna en un viaje al encuentro con la divinidad, para retornar con una recompensa, llámese las tablas de la ley o el fuego, recompensa que comparte con los otros humanos. Por eso es un movimiento circular, donde tienen cabida todas las grandes narraciones de viajes al inframundo como la sumeria Inanna o el egipcio Ra, o a su vez los encuentros con la muerte y la iluminación como Buda, Jesús y Mahoma.
    Una versión resumida de la teoría del Monomito puede tener el siguiente esquema. El primer momento o arquetipo narrativo es la “Llamada a la aventura”, que es fácilmente reconocible en narraciones modernas de la cultura popular, como el conejo blanco de Alicia en el país de las Maravillas, o la carta de Hogwarts en la película de Harry Potter. Este momento es la escisión del sujeto con el mundo cotidiano y de normalidad en el que se encuentra sumido, es el comienzo del viaje entendido como arquetipo de la vida humana. Es inmediata la posibilidad del segundo arquetipo, el “Rechazo a la aventura”, pues cualquier individuo puede negarse a crecer o negarse a seguir el camino que lleva al agujero del conejo.
    El arquetipo siguiente corresponde al “Encuentro con el Maestro”, categoría que tiene todo tipo de ejemplos en la cultura popular. En general habla de la relación interminable entre maestro y discípulo, que no es otra que la de la relación entre el error y el intento. El maestro es un aspecto inevitable de la psicología humana, ya dice mucho el hecho de que somos el único animal que termina de desarrollar cerebro (el lóbulo frontal) fuera del vientre materno. En dicho desarrollo es fundamental la figura de un individuo cercano que corresponda al apego del infante y juegue el rol tutelar de protección y guía, jugándose en esto consecuencias psicológicas para toda la vida. El Maestro es quién facilita las herramientas al héroe iniciado en el viaje, para su enfrentamiento con las pruebas que se avecinan. Así también su presencia es posible encontarla en cualquier momento en que haya una prueba que superar, si el héroe sabe cómo invocarla.
    El “Cruce y el Guardián del Umbral” representan el gran salto al “inframundo” por parte del héroe. El Guardián del Umbral representa a esa bestia que custodia las puertas de los templos, pues no permite a nadie que no este preparado cruzar hacia el otro lado. En un sentido esotérico, el guardián es el héroe mismo, o más bien su reflejo, pues cada individuo tiene puntos ciegos respecto a su propia personalidad. Las representaciones demoniacas o iracundas de las culturas exotéricas del mundo representan los lados ocultos y oscuros de la propia personalidad humana, que el inconsciente explicita todas las noches durante los sueños. El cruce del umbral representa aquella lucha eterna del ego consigo mismo, en que distintos aspectos de la personalidad se van integrando simbólicamente a un proceso continuo de crecimiento.
    Posteriormente, se abre al héroe una nueva etapa, que puede resumirse en términos literarios como el arquetipo “Aliados y Pruebas”. Ya dentro del “mundo mágico”, el héroe ha de encontrar la prueba suprema. Su viaje por el inframundo, o subiendo el monte, o meditando bajo un árbol ha llegado a un momento final y ya sus amigos o discípulos han cumplido su rol auxiliándolo.
    Ahora, el héroe enfrentado al rostro de la muerte, ha de alcanzar aquella comunión mística con lo divino, donde atiende al rol de su existencia en el orden cósmico. Este es el arquetipo de la “Muerte y la Resurreción”. Muerto en una cruz, iluminado bajo un árbol, o diálogando con ángeles en una cueva, los grandes héroes logran comprender dicho propósito cósmico paradójicamente en la muerte de su propio ego. En un sentido místico, esto no es nada más que la unificación de una teoría de la transmigración de las almas con una tradición ética. Solo se puede reencarnar como humano si se ha cumplido con el principio unificador del universo: la compasión. Compasión por el otro, por el niño abandonado, el sediento en el desierto, este derecho o ética de preocupación y hacerse cargo del otro ser humano, en problemas o indefenso, presente en el mito de Osiris, y en las tradiciones afroasiáticas, es lo que explica que para los budistas tibetanos, por ejemplo, sea solo Avalokiteshvara, el Buda de la Compasión, quien pueda derrotar finalmente a la muerte y permitir al alma reencarnar como un ser humano. Se reencarna como humano porque hay que volver a ayudar a las almas que aún sufren, que han olvidado que si bien el dolor es inevitable en la existencia, el sufrimiento es opcional.
    Esto nos lleva al último arquetipo, llamado “Retorno con el elixir”. Y que, explicado en su figura general en el párrafo anterior, finaliza el proceso del Monomito con un héroe que retorna al mundo de lo común y corriente, pero con una preciado tesoro que habrá de compartir sabiamente con sus congéneres.

Bibliografía:
-"El héroe de las mil caras", Joseph Campbell (1949)
-"Los arquetipos y lo insconciente colectivo", Carl Jung (1969)
-"El libro de los muertos egipcios", anónimo.
-"El libro de los muertos tibetanos", anónimo.
-Quedan como referencia también los libros sagrados de las tradiciones semíticas, que nacen del mito del egipcio Moisés, léase la "Biblia", la "Torá" y el "Corán.

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