El cannabis es una planta que ha
estado presente en la sociedad desde sus inicios; ya sea para su consumo de
forma recreativa o con algún otro fin, como materia prima para la fabricación
de textiles, he incluso como alimento remontándose a más de 6000 años. Pero si
es una planta tan útil, ¿qué paso que
ahora se encuentra prohibida?
Para esto nos situamos en Estados
Unidos, a principios del siglo XX, con campañas de desprestigio de parte de las
industrias de algodón, celulosa y petróleo, que veían en esta planta un
competidor potente. En estas campañas se asociaba el consumo del cannabis con
la población de inmigrantes mexicanos quien eran consumidores de ella, y además
se le asociaba a sus efectos psicoactivos con perversión. A medida que paso el
tiempo la población estadounidense creyó
en las falacias de la industria, lo cual facilito la tarea de los
políticos para legislar leyes que apuntaban a la salud de la población, cuando
en el fondo solo beneficiaban a unos pocos.
De aquí en más los países fueron
tomando medidas al respecto, presionados por los gobiernos de Estados Unidos, y
sin argumentos científicos reales que demostraran que su consumo era
perjudicial para la salud humana al nivel que se publicitaba, se aprobaron leyes
en la mayor parte del mundo que criminalizaban su consumo y así la producción
bajo considerablemente y los productos de algodón, celulosa y petróleo
inundaron el mercado con sus artículos de baja vida útil y que generan desechos
contaminantes, cuya tasa de degradación es bastante baja (productos en base a
petróleo principalmente).
Hasta aquí se observa que los
reales argumentos para su ilegalidad son económicos, pero por si solos éstos no
nos garantizan que su consumo sea beneficioso o menos perjudicial que otras
sustancias legales similares, como por ejemplo el tabaco, entonces ¿por qué debería ser legal su consumo?
En primer lugar, decir que no
existen estudios que asocien como causal de muerte el consumo de cannabis, por
lo tanto, en base a esto podemos decir que la marihuana es una sustancia que no
mata. Además, está demostrado que los cannabinoides presentes en esta planta
son neuro-protectores naturales, incluso ayudan en la prevención contra
enfermedades como el alzheimer. Esto se contradice con el prejuicio popular que
asocia al consumidor de “weed” con daños neuronales. Por otro lado, existen
estudios que vinculan su consumo con la disminución del crecimiento de los tumores
cancerígenos. Basado sólo en estos argumentos su consumo medicinal debería
estar a lo menos legislado.
¿Y qué pasa con el consumo
recreativo?
Debido a que no existe evidencia
que demuestre que el consumo provoque daños al organismo, y si se muestra un
consumo responsable, que no presente signos de adicción no habría problema en
su consumo.
Por todo lo antes señalado si se
quiere avanzar en políticas reales de protección a la salud de la población, se
debe hacer siempre en base a hechos científicos demostrados y penalizando
aquellas sustancias que realmente generan consumos problemáticos en la
población y no criminalizar otras por prejuicios e intolerancia.
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