En toda
sociedad contemporánea existe una diferenciación en cuanto a las funciones
económicas que ejercen sus individuos y en la que cada uno de éstos
(denominados capital humano) se especializa para aportar a la productividad y al
desarrollo del elemento colectivo. Con el pasar de los años, estas actividades
han requerido mejoras en su calidad a causa de la especificación proveniente de
incipientes tecnologías y la constante aparición necesidades -sin importar si
son viejas o nuevas necesidades siempre han de ser complejas- , por lo que en
este punto es válido razonar ¿cómo se logran reparar, corregir y hasta renovar estas
ocupaciones?: la respuesta más simple indica que es a través de educación. La mejora de las cualificaciones y de la
experiencia de los trabajadores es la clave en el progreso y crecimiento de la
productividad y una buena educación se considera fundamental para alcanzar este
objetivo.
Al ser la educación un instrumento de
enriquecimiento individual, se transforma en un bien altamente demandado y de interés
colectivo al que todo sujeto desea acceder para alcanzar un mayor bienestar
pues se le vincula rápidamente con mejores remuneraciones y con una reducción de la desigualdad social en
relacióna la distribución del ingreso monetario. Ahora bien, si la educación es
un bien tan preciado por todos es normal preguntarse ¿quién debería producirla:
el Estado, los privados, una mezcla de
ambos?, además de establecerse qué tipo de acceso debería existir a ella, ¿gratuita, pagada o parcialmente subsidiada?. Para poder responder algunas
de estas preguntas, primero que todo se debe manifestar que la educación es un
bien privado, ¿qué características en
específico lo determinan?: las propiedades de excluyente, es decir, que se puede prohibir a un individuo no acceder
a ella si no paga, y la de rivalidad
en el consumo ya que no puede ser adquirido al mismo tiempo por distintas
personas.
Representando una situación donde se apliquen los conceptos de exclusividad y rivalidad en
la educación se propone el siguiente ejemplo: Hay cinco personas que desean consumir
educación, y dentro de una sala de clases sólo hay tres escritorios (rivalidad),
además de que dentro de la sala de clases hay un profesor que cobra cierto
precio paraser partícipe en el desarrollo de ese bien (exclusión). En este caso
los individuos que poseen mayor capacidad de pago podrán acceder a la enseñanza,
concluyéndose que la educación es un bien
privado. Otro modo de analizar la idea anterior sería proponer que la
educación al ser de interés colectivo puede considerarse un bien público, ¿por
qué no?, sin embargo un bien público se diferencia de uno privado en que no existe
rivalidad pues el consumo de una persona extra no disminuye o impide su
adquisición por otros, y que no es excluyente ya que su consumo es mayoritario haciendo imposible
apartar a alguien de sus beneficios. Además resulta ineficiente cobrar por un
bien público puesto que provocaría subconsumo; en el caso de la educación aunque se cobrara existe consumo de igual
forma. Por lo tanto, la educación al diferir de estas características no es un bien público.
Entendida la educación como un bien privado ahora es
prudente analizar quién debería otorgarla. Es sabido que existen actividades
económicas de naturaleza privada que la
sociedad decide que sean provistas a toda la población, como son los servicios
educativos y de salud, y que sean suministradas - aunque no exclusivamente -
por órganos públicos. En este punto es importante hacer la diferencia entre
suministrar y producir, pues por un lado suministrar (o proveer) se refiere a adquirir
un servicio o comprar un bien finalizado y dejarlo a disposición de la
ciudadanía y producir en cambio significa fabricar, elaborar; entonces ¿cuál
sería la principal razón por la que el Estado debiera suministrar este tipo de
bien? El común de las personas cree que las oportunidades de los niños y
jóvenes no deben depender de la riqueza de sus padres.
Cuando el consumo de un bien tiene un alto costo
además de los propios de ejecutarlo,
puede ser más eficiente que lo suministre sencillamente el Estado (al precio
que estime el mercado) y que lo financie por medio de impuestos.
La ciudadanía le ha
entregado un valor único a la educación, pues aumenta el capital humano elevando
la productividad, por lo tanto es el Estado (como ocurre en Chile) quien debe hacerse
cargo de su producción suministrando, protegiendo y obligando la existencia de la
educación que enriquece por sí misma al
país.
Finalmente
queda abordar el tema de cómo debe ser el acceso a la educación: Uno de los casos
sería proporcionar este bien privado de manera gratuita, lo que implicaría que
su consumo fuera excesivo haciendo que el Estado incurra en grandes gastos que
afectarían las arcas fiscales. Una
segunda opción sería si el acceso fuese pagado, lo que produciría que la exclusividad
de la educación aumentara enormemente, por lo tanto no todos los ciudadanos podrían
acceder a ella, sólo aquéllos que poseen mayores ingresos.
¿Cuál es entonces la idea más acertada? El equilibrio
en este asunto es posible encontrarlo a través de la subvención (aporte económico que se le entrega a estudiantes que no cuentan con un capital
considerable para poder llevar a cabo sus estudios) y una de las formas propuestas
para financiar esto es a través de impuestos (algo así como un pago indirecto)
regidos por un principio de equidad donde quien
tiene más ingresos debe pagar una proporción mayor de ellos que el que tiene
menos ingresos.
Tener individuos educados, activos pensantes, genera
grandes beneficios para la armonía y desarrollo de una comunidad. Una sociedad
más justa frente a la educación es aquélla en que su producción es pública y su
acceso subvencionado. Las personas le han dado tal poder a este bien que
las oportunidades para acceder a ella debieran ser más igualitarias e
independientes del ingreso de cada persona; el Estado -la cabeza política
soberana del país- tiene que asegurarle una educación de calidada los suyos
pues solo el cuerpo -denominado pueblo- es capaz de concretar sus planes
gubernamentales.
Valeria Andrade
Jaraquemada
Ingeniería Civil en Obras Civiles
Ingeniería Civil en Obras Civiles
Universidad de
Santiago
No hay comentarios:
Publicar un comentario