Realizado por: Sergio Andrés Currilen Cavallari
Carrera: Ingeniería Civil en Obras Civiles
Desmotivación juvenil, bajos rendimientos escolares, falta de respeto al
profesorado, entre otros, parecen ir en aumento con el paso de los años en
Chile, influyendo en malos resultados en el ingreso a la educación superior,
como también, más profundamente, en adultos frustrados incapaces de ver y
reconocer, desde una posición humilde, los errores cometidos en sus propias
vidas. ¿Será ésto un reflejo de la mala educación entregada en los colegios? O
¿el reflejo de una tendencia en las personas al mínimo esfuerzo, escudándose en
las pocas oportunidades recibidas?
Un aspecto fundamental es la pérdida progresiva del respeto por la institución
del colegio y, junto con esto, al profesorado, el cual ya no es visto como un
ejemplo a seguir de altos niveles de sabiduría y estándares de calidad
educacional, sino, solo como un empleado más que debe cumplir su rol en la
sociedad. Este pensamiento, es implantado en las mentes de los niños y jóvenes
de hoy, no espontáneamente, sino por sus propios padres, los cuales les hacen creer
que viven en una sociedad de derechos pero no de deberes. Frases como: ¡No dejes
que nadie te levante la voz!, ¡Nadie puede decirte lo que debes hacer!, ¡No des
el asiento en los buses! Con esto último
se han perdido nociones básicas de buenas costumbres y respeto, todo por no
generar falencias en las vidas de sus hijos, como las que ellos vivieron. Aún así, los apoderados exigen que el colegio
les enseñe y eduque a sus hijos, cuando estos no necesariamente desean
aprender, reprendiendo, incluso, a los profesores por dichos resultados, no
como tiempo atrás cuando se castigaba al alumno. Esto repercute en la creación
de jóvenes con caracteres débiles incapaces de enfrentar desafíos y críticas.
¿Por qué guarderías? Es fácil observar cómo se extienden los horarios
escolares poco a poco a jornadas completas, alejadas de sus objetivos
principales, los cuales son fomentar el deporte y la realización de talleres
culturales, en cambio, son una excusa para sumar horas de cátedra y mantener a
los alumnos el mayor tiempo posible en el establecimiento, incluso, una
oportunidad para los padres para que alguien se encargue de sus hijos mientras
ellos trabajan. Aspectos como los anteriores, junto a horarios extenuantes o
malas condiciones en los establecimientos, tanto estructural como socialmente,
afectan directa e indirectamente en la motivación e interés por estudiar de los
jóvenes.
¿Es entonces, el colegio, un simple lugar de estadía temporal, encargado
del cuidado de los niños y jóvenes donde únicamente se espera el crecimiento en
la inteligencia particular y no en la inteligencia emocional? ¡No!, ¡claro que
no!, se debe buscar, también, la generación de habilidades blandas, originadas
en base al roce constante entre realidades, tanto de experiencias de otros
alumnos, como además de los profesores, mas es fácil apreciar una delegación de
responsabilidades, que recae sobre los colegios, en la educación moral del individuo,
la cual netamente debiera provenir del hogar.
De esta manera, se va perdiendo poco a poco el sentido de un lugar, más
bien, de una institución ejemplar, la cual no debe tener como objetivo preparar
moralmente, sino que entregar las herramientas mínimas necesarias para que el
individuo se desarrolle mentalmente y se forme integralmente. Los padres no
deben culpar a los colegios del desempeño deficiente de sus hijos en la vida,
sino ver en sus propias enseñanzas las falencias que ellos poseen, ya que ésta
es la principal razón que define el carácter de los jóvenes. Se crecerá más
como sociedad el día en que se deje de ver la astilla en el ojo ajeno y se
comience a ver el árbol que existe en el propio y se vuelva a entregar poder a
los establecimientos educacionales sobre los futuros de los jóvenes.
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