martes, 9 de diciembre de 2014

Suicidio, el final del camino

“Cuando un hombre llega al final de su trayecto lo único que desea, es la muerte”, estas fueron las palabras del maestro Yehudi, antes de apretar el gatillo de la pistola que apuntaba su cabeza.

En el momento en que una persona que queremos, un familiar o alguien, que se quita la vida, hace que nosotros, las personas a su alrededor, nos hagamos una gran cantidad de preguntas ¿Por qué lo hizo? ¿Con que fin lo hizo? ¿Qué nos quería decir? Desde ese minuto también aflora en nosotros un sentimiento de culpabilidad, que nos lleva a buscar el sentido y la razón de lo que hicieron, nos hace que miremos la vida de otra forma, de una manera más profunda.

El suicidio es un hecho que ha estado presente en la vida del hombre desde que se juntó en sociedades y siempre su significado ha sido la acción de quitarse la vida, sin importar la forma; el objetivo es terminar con la propia existencia, sin embargo, hay algo que con el tiempo si ha cambiado: Las diferentes visiones que se han tenido del suicidio.
Basta con considerar  el honor que producía suicidarse en Japón  en el siglo XI, a los griegos que mantenían lugares públicos para suicidarse, porque en ocasiones el suicidio para ellos era un deber de militares y políticos vencidos, hasta llegar rechazo que provocaba y aun  provoca en la iglesia católica.

Hoy en día el suicidio implica rechazo de la mayoría de las personas, pero considero que es muy fácil decir que es malo y que la muerte no es una opción, pero ¿Realmente es así?
Yo creo que no, en ciertas circunstancias tenemos la capacidad de decidir, somos dueños de nuestros cuerpos. Pero nuestra sociedad no ha combatido  en vano por nuestros derechos de libertad, autonomía y dignidad. Por lo mismo, es difícil comprender por qué solo en algunas condiciones se respetan estos derechos y en otras no, es decir; ¿Por qué el hombre que siente que no está viviendo con dignidad, que no le encuentra sentido a su vida no tiene la autonomía y libertad de disponer de ella?
La religión, presente en la vida del hombre desde sus comienzos, ha influido de manera activa en su pensamiento y actuar, por lo tanto, creo que la iglesia tiene mucho que ver con esta visión negativa acerca del suicidio. Por ejemplo, el famoso filósofo y teólogo Tomas de Aquino, plantea que todo hombre pertenece a una sociedad y que tiene un deber divino con esta, que es el de colaborar con el bien común. Es decir, el hombre esta ligado con cada persona que lo rodea, en consecuencia el suicidio sería un rechazo a cumplir este deber social.
Pero en la sociedad actual, qué validez puede llegar a tener este argumento si cada día a través del bullying, del cyberbullying, de la violencia intrafamiliar, de la discriminación de raza o de género, se condena a una mayor cantidad de personas al aislamiento, a la soledad y se les hace más difícil darle un sentido a la existencia. Por consiguiente ¿Qué responsabilidad social puede llegar a tener una persona aislada y olvidada por su entorno? ¿Realmente podemos exigirles a estas personas que cumplan sus deberes para con la sociedad?

Por otra parte y siguiendo con el análisis de la sociedad en que vivimos, ya por todos es sabido, que se promueve en ella una imagen de felicidad estereotipada, que solo está dirigida a la búsqueda del placer individual y que todos los valores humanos son mercantilizados y deformados a tal punto que la sociedad los hace maleables y modificables a su antojo.

Ante esta perspectiva se forma un mundo sin significado, que solo puede ser vivido por personas que para el resto parecieran ser invisibles. Según mi opinión, la única forma de contrarrestar esto es con la formación de lazos de cariños, pero; que queda para otras personas que no tienen estos lazos, que no tienen hijos, padres, hermanos ni ningún familiar o institución que se preocupe por ellos, pero sinceramente ¿Cómo creen que se sienten ellos? ¿Creen que tienen ganas de seguir viviendo? Pónganse ustedes en su lugar, qué pasaría si de un momento a otro se quedan solos y pueden hacer lo que quieran y a nadie le importará; si nadie les preguntara cómo están, ni siquiera les dirigieran la palabra, ¿Cómo se sentirían?

Aunque no lo crean, estas personas existen, son aquellas personas que nadie mira, son las que tú, cuando vas por la calle, no te das cuenta que están allí y ni te volteas a mirarlas, porque si bien, sabemos que están allí, no sabemos quiénes son.

En conclusión , no se trata de decir simplemente no al suicidio, expresando de modo definitivo su negatividad moral, sino que de entender y ponerse en el lugar de estas personas, que solo están buscando un atajo para terminar con su sufrimiento, que fue provocado por nosotros mismos. Todos formamos parte de esta sociedad en la que nos movemos como un surfista tratando de dominar cada vez olas más grandes, sucumbiendo muchas veces en sus enormes presiones y exigencias, que es lo que lleva a estas personas frágiles y carentes de objetivos a actuar de una manera desesperada.



Leslie Sabattin Vallejos
Ingeniería Civil Química
Universidad de Santiago de Chile 


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