domingo, 16 de diciembre de 2012

USACH, ¿Una organización que aprende?


USACH, ¿Una organización que aprende?
Realizado por César Villagrán



            Los estudiantes de la Universidad de Santiago participaron en las movilizaciones estudiantiles del año 2011 de manera activa. Asimismo, fueron muchos los funcionarios y académicos de esta universidad los que dieron su apoyo a las demandas estudiantiles participando también en las marchas. El propio rector Zolezzi encabezó una junto al rector de la UTEM, lo que demostró el apoyo a las peticiones y un reconocimiento al actual escenario de crisis en la educación de nuestro país. Este enfoque sistémico y  visión compartida que los integrantes de esta casa de estudios llevaron adelante, siembra luces sobre el comportamiento de una organización que aprende.

            La convergencia de estudiantes, funcionarios y académicos de nuestra universidad demuestra cómo es capaz la Universidad de Santiago como organización, de aunar voluntades en pos de un proyecto en común, el cual es en términos generales, mejorar el acceso a la educación superior, aumentar la calidad de la educación y la democratización de los espacios de decisión al interior de las universidades. 

            El movimiento estudiantil permitió a estudiantes, académicos y funcionarios de la universidad, mirar hacia fuera de la organización, a leer y entender el contexto histórico en el que hoy está inmersa la casa de estudios. El escenario de la educación en Chile tuvo cambios significativos luego de la dictadura militar, período en el cual se implantó un modelo basado en la mercantilización de la educación. Hoy se pueden ver los efectos de estos cambios en el excesivo endeudamiento que los estudiantes cargan al terminar sus carreras, lamentablemente, la única manera que muchos tienen para financiar sus sueños.

            Si hacemos historia, en el año 1967, en el contexto de la Reforma Universitaria, los estudiantes de la Universidad Técnica del Estado, en ese entonces, lograron la triestamentalidad. Esto permitió la posibilidad de que estudiantes, funcionarios y académicos pudieran ser parte activa en la toma de decisiones de la institución, haciendo de la USACH una organización más participativa. En la actualidad los estudiantes tienen derecho a voto en el Consejo Académico, pero se requiere avanzar a mucha más influencia en este espacio.

El concepto de una organización que aprende desarrollado por Peter Senge dice que “las organizaciones son capaces de aprender, y como tales dependen de la interacción y desarrollo de las personas que las conforman” [1]. Senge expone que existen cinco disciplinas que las organizaciones pueden desarrollar, estas son: dominio o excelencia personal, reconocimiento de los modelos mentales, generación de una visión compartida, trabajo en equipo y enfoque sistémico

Nuestra universidad puede desarrollar sus características de organización que aprende democratizando aún más los espacios de decisión al interior de ésta. Esta democratización, tiene efectos en la participación de estudiantes y funcionarios en la toma de decisión al interior de la universidad y se traduce en “aprender a ver la realidad con otros ojos” como plantea Senge,  aportando enfoques distintos a los que los que las   tradicionales autoridades universitarias tienen. 

En nuestra organización la participación de los estudiantes se puede convertir en grandes aportes si además éstos se identifican con la cultura de la Universidad, con su rol histórico y actual dentro de la sociedad y el de los mismos jóvenes al interior de esta. Si la universidad permite mayor integración en los espacios de participación a los estudiantes, se puede aprender mucho de la creatividad, inteligencia y capacidades de éstos, para así crear una organización que sea capaz de aprender de los distintos estamentos que la conforman. El desafío consiste en transitar desde una organización vertical a una red de apoyo mutuo, contrastando las distintas opiniones de los tres estamentos universitarios. 

Es en la participación real donde se podrá aprender de las distintas visiones de los diferentes estamentos, brindando una mirada no parcial del estado de la organización, nuestra universidad, y de su entorno caracterizado por los trascendentales cambios que se han producido en los últimos años en materia educacional.

En la actualidad, la Universidad de Santiago, al mando de su rector, impulsa un cambio al estatuto orgánico y a la participación en instancias de participación de los tres estamentos que la conforman: estudiantes, funcionarios y académicos. Es en esa línea en la que se debe avanzar para lograr trabajo en equipo y un enfoque sistémico al interior de la organización.

La Universidad de Santiago también puede destacar sus cualidades de organización que aprender promoviendo la inclusión transversal de asignaturas de carácter social y de innovación. Esto se traduce en adaptar las mallas curriculares de las carreras para que exista mayor influencia de ramos que por ejemplo permitan desarrollar las capacidades de trabajo en equipo, de relaciones humanas, de educación cívica y liderazgo. Todas estas habilidades podrían poner al servicio de la universidad los conocimientos que van adquiriendo los estudiantes

Se puede desarrollar la creatividad de los estudiantes a través de asignaturas vinculadas a la Innovación y emprendimiento, motor de desarrollo en la actualidad, para captar aquellas inquietudes e ideas que merecen ser escuchadas y apoyadas, buenas ideas que hagan crecer a la universidad. Nuestra institución debe ser capaz de potenciar sus capacidades de innovar frente al competitivo escenario de educación superior en nuestro país, por eso es importante un compromiso no sólo de los estudiantes, sino también de académicos, funcionarios, administrativos y la comunidad del entorno; de cada uno de estos actores se puede obtener buenas ideas para mejorar el quehacer universitario y por consiguiente, de nuestra sociedad.

La Universidad de Santiago como organización, puede aprovechar su posición estratégica respaldada por la larga historia que posee en nuestro país, por su aporte al desarrollo del país y a la movilidad social. Su comunidad puede ser capaz de adaptarse día a día a los cambios pero, considerando la opinión y conocimiento de todos sus integrantes, transformándose así en una organización que aprende. 

[1] Senge, P. (2004). La quinta disciplina. 2ª edición. Buenos Aires: Granica

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