USACH, ¿Una organización que aprende?
Realizado por César Villagrán
Los estudiantes de la Universidad de
Santiago participaron en las movilizaciones estudiantiles del año 2011 de
manera activa. Asimismo, fueron muchos los funcionarios y académicos de esta
universidad los que dieron su apoyo a las demandas estudiantiles participando
también en las marchas. El propio rector Zolezzi encabezó una junto al rector
de la UTEM, lo que demostró el apoyo a las peticiones y un reconocimiento al
actual escenario de crisis en la educación de nuestro país. Este enfoque
sistémico y visión compartida que los
integrantes de esta casa de estudios llevaron adelante, siembra luces sobre el
comportamiento de una organización que aprende.
La convergencia de estudiantes,
funcionarios y académicos de nuestra universidad demuestra cómo es capaz la
Universidad de Santiago como organización, de aunar voluntades en pos de un
proyecto en común, el cual es en términos generales, mejorar el acceso a la
educación superior, aumentar la calidad de la educación y la democratización de
los espacios de decisión al interior de las universidades.
El movimiento estudiantil permitió a
estudiantes, académicos y funcionarios de la universidad, mirar hacia fuera de
la organización, a leer y entender el contexto histórico en el que hoy está
inmersa la casa de estudios. El escenario de la educación en Chile tuvo cambios
significativos luego de la dictadura militar, período en el cual se implantó un
modelo basado en la mercantilización de la educación. Hoy se pueden ver los
efectos de estos cambios en el excesivo endeudamiento que los estudiantes
cargan al terminar sus carreras, lamentablemente, la única manera que muchos tienen para financiar sus sueños.
Si hacemos historia, en el año 1967,
en el contexto de la Reforma Universitaria, los estudiantes de la Universidad
Técnica del Estado, en ese entonces, lograron la triestamentalidad. Esto
permitió la posibilidad de que estudiantes, funcionarios y académicos pudieran
ser parte activa en la toma de decisiones de la institución, haciendo de la USACH una organización más
participativa. En la actualidad los estudiantes tienen derecho a voto en el
Consejo Académico, pero se requiere avanzar a mucha más influencia en este
espacio.
El
concepto de una organización que aprende desarrollado por Peter Senge dice que
“las organizaciones son capaces de aprender, y como tales dependen de la
interacción y desarrollo de las personas que las conforman” [1]. Senge expone
que existen cinco disciplinas que las organizaciones pueden desarrollar, estas
son: dominio o excelencia personal, reconocimiento de los modelos mentales,
generación de una visión compartida, trabajo en equipo y enfoque sistémico
Nuestra
universidad puede desarrollar sus características de organización que aprende
democratizando aún más los espacios de decisión al interior de ésta. Esta
democratización, tiene efectos en la participación de estudiantes y
funcionarios en la toma de decisión al interior de la universidad y se traduce
en “aprender a ver la realidad con otros ojos” como plantea Senge, aportando enfoques distintos a los que los
que las tradicionales autoridades
universitarias tienen.
En
nuestra organización la participación de los estudiantes se puede convertir en
grandes aportes si además éstos se identifican con la cultura de la
Universidad, con su rol histórico y actual dentro de la sociedad y el de los
mismos jóvenes al interior de esta. Si la universidad permite mayor integración
en los espacios de participación a los estudiantes, se puede aprender mucho de
la creatividad, inteligencia y capacidades de éstos, para así crear una
organización que sea capaz de aprender de los distintos estamentos que la
conforman. El desafío consiste en transitar desde una organización vertical a
una red de apoyo mutuo, contrastando las distintas opiniones de los tres
estamentos universitarios.
Es
en la participación real donde se podrá aprender de las distintas visiones de
los diferentes estamentos, brindando una mirada no parcial del estado de la
organización, nuestra universidad, y de su entorno caracterizado por los
trascendentales cambios que se han producido en los últimos años en materia
educacional.
En
la actualidad, la Universidad de Santiago, al mando de su rector, impulsa un
cambio al estatuto orgánico y a la participación en instancias de participación
de los tres estamentos que la conforman: estudiantes, funcionarios y
académicos. Es en esa línea en la que se debe avanzar para lograr trabajo en
equipo y un enfoque sistémico al interior de la organización.
La
Universidad de Santiago también puede destacar sus cualidades de organización
que aprender promoviendo la inclusión transversal de asignaturas de carácter
social y de innovación. Esto se traduce en adaptar las mallas curriculares de
las carreras para que exista mayor influencia de ramos que por ejemplo permitan
desarrollar las capacidades de trabajo en equipo, de relaciones humanas, de
educación cívica y liderazgo. Todas estas habilidades podrían poner al servicio
de la universidad los conocimientos que van adquiriendo los estudiantes
Se
puede desarrollar la creatividad de los estudiantes a través de asignaturas
vinculadas a la Innovación y emprendimiento, motor de desarrollo en la
actualidad, para captar aquellas inquietudes e ideas que merecen ser escuchadas
y apoyadas, buenas ideas que hagan crecer a la universidad. Nuestra institución
debe ser capaz de potenciar sus capacidades de innovar frente al competitivo
escenario de educación superior en nuestro país, por eso es importante un
compromiso no sólo de los estudiantes, sino también de académicos,
funcionarios, administrativos y la comunidad del entorno; de cada uno de estos
actores se puede obtener buenas ideas para mejorar el quehacer universitario y
por consiguiente, de nuestra sociedad.
La
Universidad de Santiago como organización, puede aprovechar su posición
estratégica respaldada por la larga historia que posee en nuestro país, por su aporte al desarrollo del país y a la movilidad social. Su comunidad puede ser capaz de adaptarse día a día a los cambios pero, considerando la
opinión y conocimiento de todos sus integrantes, transformándose así en una organización que aprende.
[1] Senge, P.
(2004). La quinta disciplina. 2ª edición. Buenos Aires: Granica
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