Por lo tanto, se vuelve fundamental
desarrollar, aplicar y estimular habilidades y competencias lingüísticas que
participen directamente en la lectura y escritura de los preescolares, para ir
cada vez más acortando las brechas existentes entre los distintos sectores
socioeconómicos. Puesto que “el lenguaje es un sistema de comunicación
arbitrario que debe ser aprendido; se transmite culturalmente, de un modo
natural, ya que es una actividad lingüística primaria; así como también
requiere de la consciencia fonológica, como también de ciertos aspectos de la
actividad primaria y de una enseñanza sistemática”. (Defior, 2008; p.93)
En la
actualidad se sabe que tanto el proceso de la adquisición de la lectura, como
la escritura no se logran sólo cuando el niño accede a la escuela, sino que en
general los niños saben antes acerca de estos dos procesos, a través de las
diversas interacciones sociales vividas durante sus primero años. (Díaz, 2006).
Es decir, que antes de que los niños ingresen al jardín de infantes, hay
adultos alfabetizados alrededor de
ellos.
Sin
embargo, “Un estudio realizado, por la CEEP (Díaz, 2006) da cuenta que tanto
niñas y niños de educación inicial
presentan un desarrollo cognitivo y verbal deficitario” (p. 116), y en
donde peor aún los docentes poseen “un
escaso dominio actualizado de las competencias necesarias para el proceso de
lectura y escritura inicial”. (Díaz, 2006; p.120).
Esta
realidad, hace imprescindible
que se tome en cuenta el rol que deben cumplir los docentes y padres en el
desarrollo de las competencias lingüísticas tempranas en la educación inicial. Esto
debido a que los niños que reciben un entrenamiento en cuanto a las
competencias lingüísticas, en especial la fonológica, poseen un mayor
desarrollo lingüístico, que aquellos individuos que no han recibido ningún tipo
de entrenamiento.
Pero ¿cómo disminuir la brecha existente en el
área de lenguaje?
Para
disminuir esta brecha, los educadores deberán comenzar por poseer un dominio
teórico de las competencias ligústicas, reflexionar sobre su propia vinculación
con la lectura y escritura, además de permitir a los niños la exploración libre
de materiales escritos. (Kaufman, 2000)
Además, es esencial que los educadores posean y enseñen a los
preescolares una serie de estrategias metodológicas que “les permitirán
seleccionar, evaluar, persistir o abandonar determinadas acciones para llegar a
conseguir la meta que se proponen” (Solé, 1999; p.59). Esto, debido a que aquellos educandos que poseen estrategias de
lectura, tiene la capacidad de vencer dificultades, alcanzar objetivos,
identificar los rasgos esenciales de un texto, entre otros beneficios. De esta
forma, se estará fomentando la autonomía lectora, la construcción de textos, y
lo más importante: se enseña a aprender a aprender (Solé, 1999)
Por lo tanto, es fundamental que los educadores se esfuercen en diseñar situaciones alfabetizadoras que
permitan aminorar el vacío en el área del lenguaje que presentan muchos niños y
niñas de sectores desfavorecidos, o los que ni siquiera han tenido la
oportunidad de educarse en un hogar que les entregue una estimulación
lingüística apropiada. Puesto que, “El jardín de niños, debería cumplir la
función primordial de permitir a los niños que no tuvieron adultos
alfabetizados a su alrededor, obtener esa información de base, sobre la cual la
enseñanza cobra un sentido social”. (Ferreiro, 1982, p. 17)
De
acuerdo a lo anterior, se vuelve necesario, que tanto los padres como los
educadores, realicen un trabajo en conjunto, el cual consiste en
responsabilizarse por el tipo de estimulación lingüística que están recibiendo
sus hijos, proponiéndoles desafíos para prevenir posibles problemas en la
lectura y escritura
Es por
todo esto que es importante comprender, que para disminuir la brecha existente en el área de lenguaje, el proceso
de alfabetización junto con el desarrollo de competencias lingüísticas, debe
darse en un contexto que potencie los aprendizajes de los niños y que les
brinde la posibilidad de entrar en
contacto directo con el mundo de la lectura y escritura. Donde las experiencias tempranas que les entreguemos
a los niños en esta área, les darán una ventana de aprendizaje para el futuro; y
de esta forma se irá disminuyendo el déficit lingüístico existente hoy en día
en los estudiantes.
Marco Baeza Salazar
Estudiante de Ingeniería Civil Informática
Universidad de Santiago de Chile
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