Por Yeissi Quintana A.
Día a día, estamos habituados a compartir con otros, ya sea dentro de nuestra cotidianidad, en diversos lugares, con distintas personas y diversas formas y estilos de vivir. Esto sucede por diversos factores, que a lo largo del tiempo, toman mayor protagonismo dentro de nuestro círculo y vida social. Del mismo modo, es natural que entre nuestros pares y personas con las cuales compartimos nos consideremos diferentes, ya que cada uno posee una "personalidad propia", lo que entendemos como “las diferencias autenticas e individuales que distinguen a una persona de otra”, ya que resulta imposible hallar dos sujetos con las mismas e idénticas características psicológicas.
Habituados a oír expresiones tales como: "ella tiene el mismo genio que su papá" o "tu hermano tiene tu mismo carácter". Los seres humanos han aprendido a lo largo del tiempo, a que estas expresiones jamás se vuelven literales, puesto que ciertos sujetos pueden tener rasgos similares en su personalidad, mas nunca serán completamente iguales.
Los seres humanos, a lo largo del tiempo y la historia, se han adaptado y han adaptado su carácter a la metamorfosis cultural y social a los que es sometido según el estilo de vida de los hombres y mujeres, que adaptan su forma de ser, su postura frente a la vida y su propio pensamiento, recogiendo acontecimientos acorde a los tiempos que corren. Como sociedad hemos familiarizado el hecho de comparar lo que sucede actualmente con lo que acontecía hace ya varios años. Por ejemplo, si realizáramos un paralelo entre la sociedad chilena de tiempos de la dictadura militar y nuestra sociedad contemporánea, notaremos que el carácter de una persona que vivía bajo el primer régimen dista mucho de la personalidad y mirada frente al mundo que pueda poseer un sujeto que vive bajo el sistema y las normas impuestas por la sociedad actual, ya que en el primer caso, seremos testigos de una sociedad de represión extrema, donde podríamos hablar incluso de una libertad condicionada, donde las personas por temor a represalias preferían callar y someterse al régimen autoritario impuesto, a pesar de no estar en acuerdo con el actuar de éste. Sin embargo, en la época de la cual somos parte actualmente y como protagonistas de ella, después de años y con muchos sucesos acaecidos en el transcurso de éstos, hoy somos partícipes de una sociedad donde existe libertad de expresión y mayor tolerancia frente a pensamientos diferentes, aunque aún falta mucho para llegar a ser una nación absolutamente abierta de mente y completamente tolerante. No podemos negar el desarrollo y el avance social, que sin duda alguna, es muy diferente que hace veinte años.
¿Podemos darnos cuenta entonces que nuestro entorno, y según el contexto en que nos situemos, es absolutamente influyente para el carácter y personalidad que adoptamos? Podríamos decir que sí, ya que nosotros, como jóvenes, observamos los acontecimientos desde una galería bastante opuesta a la que probablemente está sometido el punto de vista de nuestros padres, o a la que probablemente protagonizarán nuestros hijos y generaciones posteriores.
Si nos formulamos una pregunta cómo: ¿en qué proceso de nuestro desarrollo humano y personal influye directamente nuestro contacto con otras personas parte de nuestra sociedad? Probablemente nuestra respuesta se vería estrechamente ligada a un cuestionamiento tanto interno y personal (como individuos o entes heterogéneos), como también un análisis de lo que nos rodea y notaremos cómo cambia la sociedad y nuestro proceso de asociación con otros para llegar a ser parte de ella.
Del mismo modo, uno de los procesos fundamentales por los cuales debe pasar el ser humano es la interrelación con sus pares, la capacidad de desarrollarse y compartir con otros individuos similares o diversos a él. Antaño no era posible encontrar una sociedad tan "mixta" como la que se desarrolla hoy en día, debido a que los diversos avances tanto, tecnológicos como culturales que ha experimentado ésta, han colaborado de manera primordial en el vínculo de hombres y mujeres. Un claro ejemplo es el que encontramos en nuestras universidades, es decir, un lugar de encuentros entre clases sociales diferentes pero con un objetivo en común. Desarrollando este ejemplo, vamos a realizar una hipótesis sobre lo mencionado: somos testigos del desarrollo estudiantil de un joven de escasos recursos cuya educación municipalizada carece de ciertos beneficios que sí posee otro joven, cuyo poder adquisitivos es superior y cuya educación básica y media se ha forjado en un colegio particular de buen nivel. Ambos y, a pesar de ciertas dificultades académicas o ciertas facilidades, tienen la opción de entrar a una universidad en común. Es en este punto donde enfatizamos acerca de la formación personal, ya que a pesar de la disimilitud de sus respectivas vidas, tienen la posibilidad de relacionarse entre sí e intercambiar sus opiniones como pares. De acuerdo a nuestra hipótesis, es muy probable que el joven proveniente de un estrato económico y social más bajo, desarrolle una personalidad emprendedora con espíritu de superación, puesto que la posibilidad de un mejor futuro, probablemente para él, se veía mucho más lejana.
Podemos darnos cuenta que el proceso de sociabilización del hombre está ligado absolutamente con su carácter y cómo se ha desarrollado éste en su sociedad, ya que poco a poco y en su formación como persona, el medio influye y cobra una importancia casi tan relevante como el desarrollo personal.
Así hemos hablado de la personalidad, la identidad y el carácter que adoptan los seres humanos a través del tiempo y cómo los cambios influyen en forjar estos tres aspectos que sin duda son absolutos protagonistas de una identidad o cultura mas general bajo la cual se distinguen los países o las sociedades, que marcan pauta a través de los años y las generaciones, en donde los individuos encuentran un punto en común al sentirse identificados por ejemplo, con su lugar de residencia, aunque siempre teniendo en cuenta que a pesar de haber nacido bajo el mismo alero social o espacio geográfico cada persona es única e irrepetible.
Tú, yo y las personas que nos rodean somos absolutamente diferentes, y es parte de nuestra formación el aprender a aceptar, comparar o defender distintas posturas e ideas, que nos hacen crecer como un YO.