lunes, 10 de diciembre de 2012

Ágora



Ágora es la quinta película de Alejandro Amenábar tras el reconocimiento internacional de Mar Adentro (Óscar a la Mejor Película Extranjera en 2005) y su segunda producción rodada en inglés después de Los Otros. 



La película transcurre a fines del siglo IV en la ciudad de Alejandría, famosa por ser una de las principales sedes del Helenismo. Protagonizada por la actriz Rachel Weisz, quien interpreta a Hipatia, mujer racionalista, matemática, filósofa y astrónoma. El director, en conjunto con los guionistas realizaron una extensa investigación acerca de esta gran mujer, así como también  de la

Alejandría de esa época, para poder representar en la obra una idea lo más cercana a la realidad. Como podemos ver en el siguiente fragmento, Alejandro Amenábar señaló en una entrevista: "…Una de las cosas que más nos sorprendió durante la búsqueda de documentación fue descubrir que en realidad existieron dos bibliotecas de Alejandría. La primera ardió durante la llegada de Julio César. La película trata de la segunda, porque Hipatia fue una de las protagonistas en la historia de su destrucción. Es un periodo que el cine no ha tratado y que nos pareció que podría resultar fascinante para el espectador…"(1). Sin embargo numerosos críticos e historiadores, afirman que esta información no es verídica, ya que no puede ser comprobada debido a la masiva destrucción del material escrito de la época.


Amenábar enfatiza varios temas en el transcurso de la película, algunos podrán suponer la obra como una reivindicación feminista, considerando que el rol protagónico es interpretado por una mujer que se destaca por su conocimiento e ideología racionalista en una época que predominaba el cristianismo, y que a su vez consideraba a la mujer muy por debajo del hombre. Otros, podrían considerarla como la eterna lucha entre la fe e incluso como una crítica a las sociedades discriminatorias (en el ámbito sexual, de clases sociales, religiosos, etc.) generando un fanatismo irracional. La película es claramente una mezcla de todos estos aspectos, que además aún pueden identificarse actualmente en nuestras sociedades, aunque en menor grado.

La esencia de la película está en una de las últimas escenas en la que Sinesio de Cirene (obispo de Cirene) le dice a Hipatia: “señora, hace años tu nos enseñaste algo, si dos son iguales a un tercero, son iguales entre sí, los tres somos gente de bien (Orestes, Hipatia y Sinesio) y tu eres tan cristiana como nosotros.” La respuesta de Hipatia fue: “Sinesio tu no cuestionas lo que crees, tú no puedes, yo debo”. Esta frase de la filósofa es la más relevante en la película, ya que deja en evidencia la ideología de la protagonista, además de hacer la diferencia entre la fe y la razón.

Hoy en día seguimos en este constante problema mundial entre la razón y la fe que son dos formas de convicción que subsisten con mayor o menor grado de conflicto, o de compatibilidad. La fe generalmente es definida como cualquier creencia que no esté basada en la evidencia o la razón, o como la creencia que no puede ser entendida. Mientras que razón es la creencia fundada en la lógica o la evidencia. La fe y la razón se oponen normalmente. La fe se conoce como un modo de conocer que se basa en la confianza, y sobre todo en la confianza, en la tradición y los conceptos heredados. La razón, por el contrario, se basa en una profunda desconfianza, y en esa necesidad de que uno mismo experimentalmente pueda probar la veracidad de un hecho. Un científico, por ejemplo, no creerá el testimonio de alguien tan fácilmente, necesitará pruebas, corroboraciones, etc. La ciencia y la filosofía como ejercicios de la razón son actos de desconfianza en lo heredado, en lo que se supone que debemos asumir como cierto. La desconfianza de Copérnico en Tolomeo hizo que nuestra visión geocéntrica fuera sustituida por el heliocentrismo; la desconfianza y falta de fe de Einstein en la teoría de Newton permitió la construcción de la teoría de la relatividad. De igual manera que Aristóteles no fue un fiel repetidor de su maestro Platón sino su más agudo crítico, del mismo modo que Marx fue un heredero del pensamiento de Hegel pero no su continuador, la ciencia de hoy solo se construye sobre las ruinas de la ciencia de ayer ¿Es esta mentalidad compatible con la fe religiosa? Evidentemente no.

(1) Alejandro Amenábar, MH Magazine, 2009.


Javier Navarro Bustos
Ingeniería Civil Metalúrgica
Universidad de Santiago de Chile

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